Crítica:ROCK

Rock adulto para chavales

En esta ocasión ni siquiera la inminencia del fin de mes y lo oneroso de la entrada fue cortapisa para la chavalería que abarrotaba el recinto con el anhelo de contemplar a este canadiense de carismático flequillo rubio y lacio. Es más, el público no sólo estaba situado ante el escenario, sino también detrás, en donde se habían habilitado unos andamios para que algunos aficionados tuviera la oportunidad de vivir el concierto desde el punto de vista de los artistas.El show constituyó en sí mismo un profuso repaso del último disco de Adams, 18 till I die, en el que el cantante gozó...

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En esta ocasión ni siquiera la inminencia del fin de mes y lo oneroso de la entrada fue cortapisa para la chavalería que abarrotaba el recinto con el anhelo de contemplar a este canadiense de carismático flequillo rubio y lacio. Es más, el público no sólo estaba situado ante el escenario, sino también detrás, en donde se habían habilitado unos andamios para que algunos aficionados tuviera la oportunidad de vivir el concierto desde el punto de vista de los artistas.El show constituyó en sí mismo un profuso repaso del último disco de Adams, 18 till I die, en el que el cantante gozó de los privilegios de las megaestrellas del rock: sonido majestuoso -y de excelente calidad, para tratarse de un recinto tan maldito como es este pabellón deportivo-, luces impresionantes y la tranquilidad que da esgrimir repertorio cuajado de éxitos. De tal modo afloraron a las tablas los mayores, triunfos de la aproximada quincena de años en la que Bryan Adams ha recogido. el testigo de los viejos rockeros -cuya música pertenecía ya al mundo adulto-, para entregársela al público más jóven.

Bryan Adams

Bryan Adams (voz, guitarra y armónica), Keith Scott (guitarra), Mike Curry (batería), David Taylor (bajo), Tommy Mandel (teclados) y Danny Cummings (percusión). Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. 3.200 y 4.200 pesetas. Viernes, 24 de mayo.

Pero lo mejor vino en el bis, cuando la banda volvió a salir, pero esta vez a un mínimo escenario situado enfrente del, grande. Fue un triunfo más para un artista que ya toca las estrellas. Eso sí, jugando siempre con la ventaja que da que la mayoría de su joven público actual no tiene ni idea de que ya hace muchos años Rod Stewart lo hacía igual. Bueno, igual no. Mucho más divertido.

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