Crítica:ROCK / THE WALLFLOWERS

La herencia genética

Mal que le pese, Jakob Dylan es la comprobación andante de que la genética no es un camelo. Artistas influidos por su augusto progenitor debe haberlos a millones en todo el mundo. Pero es que él es idéntico: el físico delator, el mismo desplante distanciado, la ironía colgándole de la comisura de los labios, la actitud concentrada -como de soledad en público- al interpretar las canciones, la voz al borde del gallo... Demasiadas coincidencias para no ser algo premeditado, aunque sea a niveles de subconsciente. Máxime si se tiene en cuenta que los extraordinarios músicos que le acompañan ...

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Mal que le pese, Jakob Dylan es la comprobación andante de que la genética no es un camelo. Artistas influidos por su augusto progenitor debe haberlos a millones en todo el mundo. Pero es que él es idéntico: el físico delator, el mismo desplante distanciado, la ironía colgándole de la comisura de los labios, la actitud concentrada -como de soledad en público- al interpretar las canciones, la voz al borde del gallo... Demasiadas coincidencias para no ser algo premeditado, aunque sea a niveles de subconsciente. Máxime si se tiene en cuenta que los extraordinarios músicos que le acompañan -especialmente el guitarra Michael Ward, sabio dominador de innumerables palos del género- refuerzan terriblemente el parecido con su sonido y hasta con los coros. No son The Band, pero ahí le andan. Porotro lado, el repertorio es de eso que la década pasada dio en llamarse nuevo rock americano y que no era más que una vuelta estética a Dylan, Young y demás antihéroes de la patria. Una extraña forma de asesinar al padre que haría las delicias de cualquier psicoanalista.Es de ley reconocer que en directo The WalIflowers están bastante mejor que en sus grabaciones. El grupo aporta en sus conciertos mayor nivel de energía, algo más de velocidad y sudor a raudales. Fallan un tanto las canciones, pero es que en ese terreno sí que es imposible compararles -ni a ellos, ni a casi nadie- con el judío de Minnesota. Así, los poco espectaculares temas de su segundo elepé, Bringing down the horse, cobran en vivo un especial vigor, sin llegar nunca a explotar en lo que comúnmente se denomina marcha. Además, también hubo versiones: Ticket to ride de los Beatles -lo cual no deja. de tener cierta gracia-, Tears de Smokey Robinson, y Brand new Cadillac del rocker Vince Taylor. Jakob, contrariamente a lo que se temía de él, alcanzó un grado de simpatía considerable durante toda la actuación, llegando a, invitar a un espectador a subir al escenario para que le hiciera las veces de traductor. Es un chico que cae bien, qué duda cabe.

The Waliflowers

Jakob Dylan (voz y guitarra),Michael Ward (guitarra), Rami Jaffee (teclados), Mario Calire (batería) y Greg Rlchling (bajo). Círculo de Bellas Artes. 2.200 pesetas. Miércoles, 14 de mayo.

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