Entrevista:

"En mi opinión, soy única"

Frances McDormand asegura que en su vida nada ha cambiado después de recibir el Oscar a la mejor actriz por su interpretación de Marge Gunderson, la policía embarazada de Fargo. Ni se ha vuelto rica, ni los guiones se amontonan en su puerta. McDormand, de 39 años, casada con el director de la película, Joel Coen, no ambiciona convertirse en una estrella. "En mi opinión, soy única", dice sonriendo. "Siempre he sabido lo que quería hacer. Y lo he logrado. Puedo trabajar con directores independientes, con directores noveles, y desde luego haré pequeños papeles si me gustan. Tengo el re...

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Frances McDormand asegura que en su vida nada ha cambiado después de recibir el Oscar a la mejor actriz por su interpretación de Marge Gunderson, la policía embarazada de Fargo. Ni se ha vuelto rica, ni los guiones se amontonan en su puerta. McDormand, de 39 años, casada con el director de la película, Joel Coen, no ambiciona convertirse en una estrella. "En mi opinión, soy única", dice sonriendo. "Siempre he sabido lo que quería hacer. Y lo he logrado. Puedo trabajar con directores independientes, con directores noveles, y desde luego haré pequeños papeles si me gustan. Tengo el respeto de mis colegas, que es más importante que ser una estrella. Mi otro objetivo era trabajar como actriz siempre que quisiera. Y creo que puedo hacerlo. Las tías buenas sólo pueden tener cierta edad. Papeles como el de Fargo demuestran que las actrices también pueden hacer otras cosas".

McDormand recuerda su primer contacto con el papel de Marge Gunderson, especialmente escrito por Joel y Ethan Coen para ella, como contradictorio. "Cuando leí por primera vez el guión me reí, pero también me disgusté. '¡Venga, tíos, ¿queréis que haga el papel de Marge?" Hay partes de mi vida que se parecen mucho a la de ella. Como actor, uno busca algo lejano: que me den un buen asesino psicópata o una buena prostituta. Hasta que empecé a trabajar en Marge no me di cuenta de que se trataba de transformarse verdaderamente en otra persona. Y eso ha sido el esfuerzo más grande que había hecho hasta entonces. Yo, como ella, crecí en el cinturón del maíz, en Illinois, y, por supuesto, ellos [los hermanos Joel y Ethan Coen] lo sabían perfectamente. Ellos crecieron como peces fuera del agua, eran unos niños judíos en Minnesota. La película es una especie de homenaje a su infancia".

Frances McDormand resume el éxito de Fargo con estas palabras: "Los hermanos Coen cuentan unas historias estupendas que proceden de algún extraño lugar de su cabeza".

Este invierno, la actriz ha acumulado premios y distinciones y todos por su interpretación de Marge Gunderson, una policía embarazada de un pueblo de provincias, Brainerd, en Minnesota, que resuelve sola un caso de secuestro y asesinato sin perder ni una sola vez el porte característico que McDormand llama "la amabilidad de Minnesota". Y Marge no se quita la ropa, ni comete adulterio, ni se convierte en asesina múltiple, ni interpreta ninguna escena de juicio, ni contrae ninguna enfermedad mortal, ni tiene ningún ataque de nervios. ¿Cuántas ganadoras de un Oscar pueden decir eso?

McDormand y su marido se conocieron cuando él la eligió para interpretar Sangre fácil (1984). Para ambos era su primera película. Desde entonces no habían vuelto a trabajar juntos. "Durante el rodaje de Sangre fácil nos pareció que era muy poco profesional que dos personas que trabajaban juntas iniciasen una relación", cuenta McDormand. "Así que reconocimos nuestra atracción, pero en realidad no le dimos rienda suelta hasta que terminó la película. Y luego, cuando empezamos a salir, hicimos un esfuerzo consciente para trabajar por separado e intentar establecer nuestras identidades independientemente. De todas formas, no podía esperar que Joel me fuese a elegir para hacer todos los papeles femeninos que creaba", añade. "Aunque todos los papeles eran tan buenos que me habría gustado que me eligiera".

La actriz recuerda que una de las discusiones con su marido durante el rodaje de Fargo fue por su aspecto físico. "Fran, no hace falta que te pongas tan fea", le aconsejaba Coen sin que ella le hiciera caso. "Me imaginé qué se pondría esta mujer todos los días al levantarse", comenta McDormand sobre Marge. "Un toque de lápiz de ojos azul que se pone todos los días desde que iba al instituto en Brainerd, Minnesota. Tendría derrames sanguíneos porque siempre hace frío, así que el maquillador y yo abordamos así el personaje. Le pusimos mejillas sonrosadas. La peluca tenía estilo feo, pero me, parecía que estaba muy mona".

Pero McDormand, que creció viajando por todo el Medio Oeste antes de que su padre, que era predicador, se asentase con su familia en Pensilvania, prefiere interpretar, y ver en pantalla, a individuos que son como la vida misma antes que a chicas atractivas.

"Sé que mis gustos tienden a ser demasiado realistas", cuenta, "pero era una niña gordinflona y siempre me sentí insegura con la imagen de femineidad que se suponía que debía dar. Por eso, a la hora de elegir un personaje que implica vanidad, me decido por todo lo contrario. Automáticamente elijo la chica sencilla que hace que parezca una campesina . usa, con tal depoder llevar un poco de tacón".

"Pero no me entienda mal, no me opongo al atractivo. Llevé un atuendo explosivo para los Globos de Oro. Pero no me gustaría vestir así todos los días durante dos meses". McDormand se presentó en la ceremonia de los Oscar con un modelo en satén azul oscuro de Richard Tyler ("No podía permitir que Joel tuviera mejor aspecto que yo").

"¿Que creían?", dice, con un acento neoyorquino muy diferente del que se oye en Fargo. "¿Que era una mujer desaliñada? Ya sé que todo el mundo lo piensa después de Fargo, algo que ahora me tomo como un cumplido. Incluso piensan que estaba verdaderamente embarazada porque Joel y yo estamos casados. ¡Qué gracioso!".

Cuando salió de Yale por primera vez e inició el circuito de pruebas, a McDormand le invadió una sensación de inseguridad al observar que algunas de sus rivales parecían principiantes. Años después, una vez que se hizo un sitio en los escenarios y en la pantalla y consiguió una nominación para el Oscar por Arde Mississippi, se sintió muy segura de cuál era su lugar en la constelación de actores. Aunque la autoproclamada "ex niña retaco con el pecho plano" admite que en . ocasiones los lleva postizos. "Para las películas", puntualiza. "¡Sólo son para el trabajo! Y además hay papeles que requieren pechos y papeles que no. Ha habido directores que han querido que los lleve, pero a mí no me parecía necesario para el personaje. Cuando en 1989 interpreté en Broadway a Stella en Un tranvía llamado deseo [papel por el cual fue nominada a los Tony], pensé que en los años cincuenta, Steven Kowalski se habría casado con una mujer de pechos grandes, así que me los puse".

En Fargo, Marge y su marido esperan su primer hijo, así que apareció con los pechos postizos junto con el traje de embarazada por encima de una faja que se abrochaba a la espalda. "En realidad era bastante ligero", recuerda, "y tenía unos pequeños bolsillos para las prótesis de los pechos, así que todo era muy práctico. Pero luego una de ellas explotó, se había congelado. Estaban hechos con silicona, los dejamos en el remolque durante toda la noche y hacía un frío horrible. Aconsejo a las mujeres que tengan pechos con silicona y que vayan a Minnesota que no se queden a la intemperie. Así que noté que goteaba y pensé: '¿Cómo taparía esto si lo tuviera dentro de verdad? Me volví hacia uno de los ayudantes de dirección, de sexo masculino, y le dije: '¿Puedes llamar por radio a los de vestuario y decirles que uno de mis pechos ha estallado?' ¡Estuvo bien oírlo por los transmisores - receptores! Estoy segura de que no comprendió que los llevaba postizos".

Una vez terminada Fargo, McDormand, su marido y su hijo adoptivo, 'Pedro, se establecieron temporalmente (mientras los hermanos Coen rodaban su nueva película, The big Lebowski) en una casa de Santa Mónica.

En ese tiempo, y mientras se prepara para empezar otra película independiente, la actriz lee, cocina, ve a sus amigos, compra en los mercadillos y se sorprende por lo mucho que le gusta hacer el papel de madre tradicional.

"Por el modo en que crecí", dice, "con mi temprana formación feminista, ni se me pasó por la cabeza que sería la esclava de ningún hombre. ¡Pero ahora soy esclava de mi bebé! Extiendo las manos y dejo que vomite en ellas. Es duro. Pero entonces dice que me quiere y me derrito en el suelo como un helado".

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