LA MAESTRANZA

El número uno

Es el número uno. Indiscutiblemente. Es decir, que no hay que discutir, porque toda polémica quedó zanjada -si es que quedaba algún disidente- ayer, en la Maestranza. Es la expresión más pura del toreo.Tiene la tauromaquia plena en la cabeza, en el corazón, en las muñecas, en su ser entero. Vaya usted a saber, si no, dónde tiene la tauromaquia un torero que ha cumplido 63 años y que es capaz de dibujar bellísimas páginas de toreo.

Algo extraordinario, genial, sucedió en Sevilla, que quedó conmocionada y se dejó llevar en volandas por el toreo nuevo y eterno. ¿Y cómo se cuenta eso sin ca...

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Es el número uno. Indiscutiblemente. Es decir, que no hay que discutir, porque toda polémica quedó zanjada -si es que quedaba algún disidente- ayer, en la Maestranza. Es la expresión más pura del toreo.Tiene la tauromaquia plena en la cabeza, en el corazón, en las muñecas, en su ser entero. Vaya usted a saber, si no, dónde tiene la tauromaquia un torero que ha cumplido 63 años y que es capaz de dibujar bellísimas páginas de toreo.

Algo extraordinario, genial, sucedió en Sevilla, que quedó conmocionada y se dejó llevar en volandas por el toreo nuevo y eterno. ¿Y cómo se cuenta eso sin caer en el tópico? Pues con la verdad, y la única verdad es que este artista inconmensurable -estampa de torero antiguo y las hechuras de un chaval- recibió a su primero con tres verónicas y media lentas y hondas. Volvió tras el primer puyazo y, en el centro del ruedo, dibujó otras dos con media de categoría.

Torrealta / Romero, Joselito, Ponce

Toros de Torrealta (3º, devuelto por inválido), desiguales de presencia, blandos y nobles. Destacaron 3º y 6º. Carro Romero: tres pinchazos y tres descabellos (gran ovación); pinchazo hondo y cinco descabellos (silencio). Joselito: estocada delantera, tres descabellos -aviso- y descabello (gran ovación); estocada caída (ovación). Enrique Ponce: pinchazo y estocada (silencio); media estocada (oreja). Plaza de la Maestraza, 30 de marzo la corrida de abono. Lleno de "no hay billetes".

Pero el cuadro no había hecho más que comenzar. Toma Curro la muleta e inicia su lección magistral. Dos derechazos largos y un precioso cambio de mano. Ahí queda eso. Tres tandas más de toreo excelso, culminadas con un pase de pecho, una trincherilla y un pase por alto. Y el natural. El natural de Curro -dos fueron, no más- es distinto por su inmensidad. Erguida la planta, quietas las zapatillas, Curro torea con la pintura y sus pases saben a gloria. La obra maestra quedó emborronada por la espada y recogió una emocionada ovación. Como hay que decir toda la verdad, quede constancia que el toro era noble y dulzón.

Y continuó Curro: el primero de Ponce era bravo y codicioso, lo cual no evitó que Romero le hiciera un quite por verónicas extraordinario. Y salió el cuarto, corretón y con nervio; lo esperó en el tercio y toreó seis veces a la verónica, ganando terreno y cerrando la tanda en la boca de riego. Sonó la música y el éxtasis se apoderó de la Maestranza.

Lo bueno duraba ya demasiado. La vara del picador quedó enhebrada en el animal y así estuvo más de 10 minutos. Se rompió el encanto y todo terminó en unos pases por la cara.

Joselito y Ponce buscaron el éxito con empeño. El primero sobresalió con el capote y en su primera faena; en especial dos bellas tandas de naturales. El quinto se conmocionó al derrotar en un burladero mientras el torero brindaba. Tuvo que recoger la montera y entrar a matar. Ponce dio la de cal y la de arena. Su primero lo desbordó por completo. Y se la jugó en el sexto, un toro bravo y áspero, con un toreó valentísimo y pasional en una labor emocionante por su entrega y ligazón. La primera oreja que corta en Sevilla fue un premio justo.

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