La gira española del Coro Juvenil de Moscú muestra la vitalidad de la música rusa

La música sigue viva en Rusia, a pesar de que el país parezca a veces al borde del abismo. La serie de recitales que estos días ofrece en España, siempre con la sala repleta, el Coro Municipal Juvenil de Moscú es la mejor prueba de ello, y también de las dificultades para. evitar que se pierda una tradición cultural que forma parte de lo más profundo del alma rusa y que ha dado una larga serie de genios y obras maestras.La embajada rusa en Madrid es un impresionante edificio por fuera y un increíble museo por dentro, una obra magnífica que ahora sería imposible realizar pero que pudo concluirs...

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La música sigue viva en Rusia, a pesar de que el país parezca a veces al borde del abismo. La serie de recitales que estos días ofrece en España, siempre con la sala repleta, el Coro Municipal Juvenil de Moscú es la mejor prueba de ello, y también de las dificultades para. evitar que se pierda una tradición cultural que forma parte de lo más profundo del alma rusa y que ha dado una larga serie de genios y obras maestras.La embajada rusa en Madrid es un impresionante edificio por fuera y un increíble museo por dentro, una obra magnífica que ahora sería imposible realizar pero que pudo concluirse en los estertores de la URSS. El miércoles, el coro ofreció en este singular escenario una velada que fue todo un homenaje a grandes compositores rusos como Cháikovski, Rachmaninov o Glinka, con algunos añadidos de Schubert o Haëndel y la concesión al auditorio local de una canción popular española, Fuentecilla que corres.

Fue una actuación soberbia y emocionante por parte de niños y adolescentes que sólo han podido viajar, gracias al esfuerzo organizativo de la asociación Punto Omega y la fundación Alexander Pushkin, el respaldo económico del Ayuntamiento de Móstoles, la hospitalidad de numerosas familias de esta localidad y el esfuerzo de las familias de los propios cantores, que han tenido que sufragar unos pasajes aéreos cuyo precio dobla el sueldo medio de un trabajador ruso.

La directora de esta agrupación musical y de la propia escuela de canto juvenil de Moscú, Ana Vedrova, explica que los 340 alumnos, de entre 5 y 18 años, pagan tan sólo unas 300 pesetas al mes. Los profesores tienen salarios que, ni siquiera en los casos de doble, y hasta triple dedicación, llegan a superar las 30.000 pesetas, poca cosa para la tercera ciudad más cara del mundo.

La municipalidad moscovita, con el presidenciable Yuri Luzkov a la cabeza, no ha permitido que la escuela se venga abajo, e incluso puso todo su empeño en reconstruirla cuando sufrió un devastador incendio en el verano de 1995.

El coro ofrece mañana sus dos últimos recitales en España: a las 12 horas, en el edificio del Rectorado de la Universidad Politécnica, y a las 19 en la Casa de la Juventud de Parla.

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