CRISIS EN ECUADOR

El jefe del Ejercito asume el Ministerio de Defensa ante el peligro de un vacío de poder

La forzada renuncia ayer del ministro de Defensa del Gobierno de Abdalá Bucaram, general Víctor Manuel Bayas, y la asunción de sus funciones por el jefe de las Fuerzas Armadas, general Paco Moncayo, parece demostrar que el estamento castrense se distancia del presidente Bucaram, destituido por el Congreso, y toma posiciones para imponer a su candidato si la situación se agrava y naufraga la convocatoria al diálogo de representantes de los tres poderes del Estado. Mientras, Ecuador sigue con tres presidentes que reclaman el mando de la nación.

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El general Ba...

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La forzada renuncia ayer del ministro de Defensa del Gobierno de Abdalá Bucaram, general Víctor Manuel Bayas, y la asunción de sus funciones por el jefe de las Fuerzas Armadas, general Paco Moncayo, parece demostrar que el estamento castrense se distancia del presidente Bucaram, destituido por el Congreso, y toma posiciones para imponer a su candidato si la situación se agrava y naufraga la convocatoria al diálogo de representantes de los tres poderes del Estado. Mientras, Ecuador sigue con tres presidentes que reclaman el mando de la nación.

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El general Bayas había dispuesto el viernes el estado de emergencia nacional, la limitación de las garantías individuales y medidas de seguridad extraordinarias. El presidente interino, Fabián Alarcón, anterior titular del Congreso, anunció el nombramiento de ministros desoyendo a las peticiones de Bucaram. Sólo se mantiene el de Exteriores, apoyado por los tres presidentes.La gravísima crisis ecuatoriana que arruina al país y divide a sus políticos prosigue porque ninguno de los tres cede y los militares tratan de evitar que las bayonetas decidan. Y aunque legalmente Bucaram es comandante en jefe de las Fuerzas Armadas ninguna de las tres armas ha dado un paso al frente en su defensa. Así lo reconocía implícitamente el protestado mandatario: "Están sólidamente unidas en defensa de lo fundamental, la Constitución y las leyes. Están actuando con mucha mesura, yo diría que hasta con extremada calma, extremada prudencia ante la irresponsabilidad de los sectores políticos del país".

Y en una prueba más de lo demagógico de su conducta, el populista jefe del Estado, que la noche del viernes abandonó por sorpresa el Palacio Presidencial para organizar en su ciudad natal, Guayaquil, la movilización de sus incondicionales, anunció un aumento de sueldo "de los trabajadores ecuatorianos, y en un porcentaje importantísimo el de las gloriosas Fuerzas Armadas".

Manifestación masiva

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Bucaram anunció ayer, en una de las ruedas de rueda de prensa celebradas en su feudo regional, la convocatoria de esa manifestación, que aspira a ser masiva, "en defensa de sus intereses". Pese a la promesa de que ésta será pacífica, el anuncio ha causado gran preocupación en Guayaquil. Bucaram, elegido en julio de 1996, reiteró anoche ante una concentración de 5.000 seguidores que se considera el presidente legítimo, elegido por sufragio popular, y que no piensa en dimitir. "Si me quieren pedir la renuncia, juro por mis hijos, por mi Patria, que antes que renunciar primero muerto".

Alarcón, que fue presidente del Congreso que destituyó a Bucaram en una irregular votación, disfruta de un respaldo popular aunque circunstancial porque es consecuencia de las generalizadas antipatías por el mandatario al que destituyó. Esta madrugada, reunió al Parlamento en sesión de urgencia -a la que no asistieron los 19 diputados del destituido Bucram- con el fin de nombrar los cargos vacantes. El Legislativo exigió al Ejército reconocer a Alarcón como presidente como única salida legal" a la crisis.

Alarcón, sin embargo, ya ha defraudado a sus seguidores más exaltados cuando, para evitar una represión a tiros, decidió no marchar el viernes con miles de personas sobre el cordón militar que protegía el Palacio presidencial y forzar el desalojo de su actual inquilino en cumplimiento del ultimátum dado. Después se declaró en huelga de hambre y horas después revocó la protesta. No es probable que los militares decidan apoyarle pese a sus requerimientos en ese sentido: "Que las Fuerzas Armadas digan si van a respetar las acciones del Parlamento, caso contrario es una dictadura".

La vicepresidenta Rosalía Arteaga, autoproclamada presidenta, alienta los favores del estamento castrense con ponderadas invocaciones al diálogo a sabiendas de que el tono mesurado es agradecido por las instituciones del Estado en una situación nacional tan crispada. También cortejó al embajador de Estados Unidos en Quito, con quien se reunió en su residencia. Le propuso salidas que la incluyan como presidenta hasta la celebración de elecciones.

Las manifestaciones mientras tanto remitieron debido a la festividad del fin de semana. También se rectificó una información que daba por muerto a un estudiante durante las algaradas de la noche del viernes junto al palacio de la plaza de la Independencia. El joven se encuentra grave al ser alcanzado por una bomba lacrimógena en la cabeza.

Interpretando a voluntad la Constitución, reclamando ser depositarios del mandato popular, los tres presidentes gestionan apoyos. Pero independientemente de los sobrados merecimientos de Bucaram para ser censurado, o enjuiciado políticamente por manifiesta incompetencia, parece claro que no procede la destitución de un presidente por mayoría parlamentaria simple sin proceso previo ni acreditación ante el hemiciclo de los informes médicos demostrativos de la imputada demencia. Según el analista Eduardo Castillo, a Bucaram. le asiste la legalidad pero su Gobierno es políticamente inviable.

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