Universo infrarrojo desde un avión

Un jumbo Boeing 747 paseará por los cielos con un nuevo telescopio de infrarrojos que está preparando la NASA. La aeronave se convertirá así en SOFIA (Stratospheric Observatory for Infrared Astronomy) y volará a una altura de 12.000 a 14.000 metros con la compuerta del telescopio abierta, justo detrás de las alas, y una cabina presurizada para que trabajen en ella los científicos y los técnicos.El nuevo telescopio, de 2,5 metros de diámetro, estará listo para volar en el 2001, tras el reciente anuncio de la NASA de que un consorcio universitario estadounidense lo construirá y operará ba...

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Un jumbo Boeing 747 paseará por los cielos con un nuevo telescopio de infrarrojos que está preparando la NASA. La aeronave se convertirá así en SOFIA (Stratospheric Observatory for Infrared Astronomy) y volará a una altura de 12.000 a 14.000 metros con la compuerta del telescopio abierta, justo detrás de las alas, y una cabina presurizada para que trabajen en ella los científicos y los técnicos.El nuevo telescopio, de 2,5 metros de diámetro, estará listo para volar en el 2001, tras el reciente anuncio de la NASA de que un consorcio universitario estadounidense lo construirá y operará bajo contrato. Será el sucedor del KAO (91 centímetros de diámetro), que ha explorado el universo infrarrojo embarcado, desde 1975, en un avión mucho más pequeño (Lockheed 141 A).

La luz que recibimos de las estrellas, y que los astrónomos captan en los telescopios ópticos, es sólo una pequeña franja de la radiación electromagnética emitida en el universo. La atmósfera es transparente también para las emisiones de radio, pero absorbe la radiación gamma, la ultravioleta, los rayos X y gran parte de la radiación infrarroja, aunque no toda. Sin embargo, muchos fenómenos en el cosmos emiten en esas bandas del espectro electromagnético, invisibles desde el suelo del planeta. La solución es poner los telescopios más allá de la barrera atmosférica, que las intercepta, por ejemplo en satélites en órbita, como el IUE (ultravioleta) o el GRO (rayos gamma).

Pero para observar las emisiones celestes en infrarrojo no es imprescindible siempre ir tan arriba. La radiación en esta longitud de onda, explican los responsables del proyecto en la NASA, es absorbida por el vapor de agua en la atmósfera, y la mayor parte del mismo se concentra por debajo de los 12.000 metros. Por ello, un avión que vuele por encima de este límite tendrá el universo en infrarrojo a su alcance.

Ya en 1965 el Learjet Observatory, con un telescopio de 30 centímetros, voló en un pequeño avión. En otras ocasiones se recurre a globos estratosféricos.

El SOFIA está diseñado para profundizar en el universo infrarrojo, estudiando los planetas del sistema solar y sus satélites, asteroides, cometas, estrellas, la Vía Láctea y otras galaxias. El observatorio aerotransportado obtendrá imágenes imposibles de lograr desde la superficie terrestre, desde donde también se realiza astronomía en infrarrojos, volará a los mejores lugares para observar fenómenos puntuales y servirá, además, para probar nuevos instrumentos de infrarrojos.

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