5.000 familias vivirán el año que viene sin colegio en Valdebernardo

El nuevo barrio de Valdebernardo, donde actualmente viven 1.300 familias, quintuplicará su población antes de que empiece el nuevo curso sin que a su lado se levante un solo colegio, aunque hay parcelas reservadas para este tipo de equipamiento. Las sucesivas oleadas de cooperativistas, entre las que se cuenta la de la antigua PSV -cuyas primeras 140 viviendas se entregaron ayer-, irán llegando desde enero a julio a esta gran parcela enclavada entre Vicálvaro, Pavones (Moratalaz) y Palomeras (Vallecas). Los primeros vecinos que arribaron hace un año y medio, cuando el barrio estaba cargado de ...

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El nuevo barrio de Valdebernardo, donde actualmente viven 1.300 familias, quintuplicará su población antes de que empiece el nuevo curso sin que a su lado se levante un solo colegio, aunque hay parcelas reservadas para este tipo de equipamiento. Las sucesivas oleadas de cooperativistas, entre las que se cuenta la de la antigua PSV -cuyas primeras 140 viviendas se entregaron ayer-, irán llegando desde enero a julio a esta gran parcela enclavada entre Vicálvaro, Pavones (Moratalaz) y Palomeras (Vallecas). Los primeros vecinos que arribaron hace un año y medio, cuando el barrio estaba cargado de grúas, han conseguido, a fuerza de pelear, que lleguen los autobuses y los carteros.

Pero no han logrado que cuando empiece el curso 1997-98 se haya levantado un solo colegio en la zona. Actualmente, de los 278 niños escolarizables que residen en Valdebernardo, 68 se montan diariamente en un autocar que les lleva a un centro de primaria de Vicálvaro; otros 10 van en el mismo autocar, también a Vicálcaro, a un instituto.

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Los otros 200 se desperdigan por diversos colegios de Madrid. Por eso, la principal preocupación de los residentes actuales y de los futuros es que sus hijos no tengan que ir muy lejos en busca de profesores.

"Se tenía que haber previsto. Que no haya colegios implica que nuestros niños tengan que desplazarse todos los días, que jueguen en la escuela con unos niños y en el barrio con otros; fomenta el desarraigo", dice Luis Jiménez, miembro de la Asociación de Vecinos de Valdebernardo.

El director provincial de Educación, Bonifacio Alcañiz, admitió ayer que la entrega de llaves en Valdebernardo se ha anticipado a los planes de instalaciones escolares del ministerio. Para atender la demanda estudiantil que se avecina, la subdirección provincial de Educación ha previsto construir un colegio con nueve aulas infantiles y 18 de enseñanza primaria (en total, 700 plazas). El presupuesto para el centro es de 350 millones, y Alcañiz ha comunicado a la Gerencia de Infraestructuras del ministerio esta necesidad urgente. "El centro de Valdebernardo está en el primer puesto de nuestras prioridades. Aunque nos movemos en plazos muy ajustados, esperamos tener concluida la obra en 10 o 12 meses", explica. Educación también tiene previsto construir un instituto en Valdebernardo con 42 aulas y un presupuesto de 526 millones de pesetas para finales de 1998. "En caso de que el nuevo colegio no esté disponible, queda claro que para el próximo curso el ministerio garantizará la escolarización de todos los niños de Valdebernardo con autocares y comedores gratuitos", concluyó Alcañiz.

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PASA A LA PÁGINA 3

La pesadilla de PSV en Valdebernardo termina con la entrega de las 140 primeras viviendas

VIENE DE LA PÁGINA 1Los residentes que actualmente habitan Valdebernardo no se creen las promesas de Educación, así que, para el próximo sábado, han organizado una acampada de protesta en una parcela del barrio destinada en los planes a centros escolares Y han invitado a sumarse a sus movilizaciones a los recién llegados.

Aunque la falta de colegios ensombrece el futuro del nuevo barrio de Valdebernardo, el principal problema, esto es, la construcción de las viviendas se soluciona: 140 familias, ex cooperativistas de la PSV, recibieron ayer las llaves de su piso con tres años de retraso y después de haber estado a punto de quedarse sin casa después de haber invertido al menos seis millones.

Por eso, Salvador Herrero de 29 años, no soltaba ayer por nada del mundo el llavero que le acreditaba como propietario de una vivienda.

En los seis años que ha pasado aguardando que se construyera su casa, a este funcionario le ha dado tiempo a esperanzarse con la oferta de la cooperativa PSV, dependiente de UGT; a desesperarse cuando tres años más tarde, después de entregar más de seis millones, veía con angustia cómo el dinero pagado no valía para nada y su casa no era más que un pedazo de vacío en un barrio lejano, y a esperanzarse de nuevo cuando, a finales de 1994, el Gobierno y la Comunidad de Madrid, tras la suspensión de pagos de PSV, se hicieron con las riendas del asunto y se comprometieron a terminar las casas. Ambas instituciones crearon una sociedad, Segisa, que, a cambio de encarecer un poco las casas, prometió acabarlas.

Así, ayer, con tres años de retraso respecto a lo que calculó en 1990 y 800.000 pesetas de más, Herrero, acompañado de su mujer, entró en su nuevo piso de 83 metros cuadrados, cuatro habitaciones y 13 millones de precio final. La pesadilla había terminado. Lo mismo podrán decir, de aquí a julio, el resto de los antiguos cooperativistas de la PSV que aún esperan vivienda en Valdebernardo.

El consejero de Obras Públicas de la Comunidad, Luis Eduardo Cortés, prometió ayer que los 2.860 pisos que quedan estarán terminados antes de agosto. Cuenta la pareja que ayer estrenó piso que las manifestaciones han unido a los ex cooperativistas de la PSV, muy pronto vecinos.

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