Cartas al director

¿Es Aznar un presidente?

Uno empieza a cuestionarse, y muy seriamente, en qué momento se levanta la veda y se puede empezar a valorar, sin temor a ser tachado de impaciente o procaz, la labor de un presidente: 100 días... 200... un año. Pues bien, esta cuestión que antaño me acuciaba ha sido sustituida por otra, de no menor envergadura, y que ahora me resulta preciso contestarme antes de abordar la anterior: ¿es Aznar un presidente? De un tiempo a esta parte vengo observando que el señor Aznar ha perdido los papeles. Lo escucho difundir conversaciones que ponen en peligro la lira con la inocencia de un chiquillo, corr...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Uno empieza a cuestionarse, y muy seriamente, en qué momento se levanta la veda y se puede empezar a valorar, sin temor a ser tachado de impaciente o procaz, la labor de un presidente: 100 días... 200... un año. Pues bien, esta cuestión que antaño me acuciaba ha sido sustituida por otra, de no menor envergadura, y que ahora me resulta preciso contestarme antes de abordar la anterior: ¿es Aznar un presidente? De un tiempo a esta parte vengo observando que el señor Aznar ha perdido los papeles. Lo escucho difundir conversaciones que ponen en peligro la lira con la inocencia de un chiquillo, correr tras los pasos del presidente alemán para arrancarle un guiño, permanecer impasible y en ocasiones perplejo (como si con él no fuera la cosa) ante un Gobierno, el suyo, que nada en un mar de inconcreciones, desmentidos y contradicciones. Un Gobierno que se le va de las manos, en el que no pone orden ni coherencia, del que no se percibe que él sea la cabeza visible. Y ahora Cuba. Y ahora nos encontramos embarcados, gracias a él, en un viaje en el que España no tiene nada que ganar y sí mucho que perder, en un viaje en el que los cubanos no tienen nada que ganar y sí mucho que perder. Y mientras, la comunidad internacional nos aplaude, y a escondidas se frota las manos, ante una hegemonía y posición que parecía imposible arrebatarnos y que ahora sienten más cercana. Aznar es buena persona, el vecino honraado del cuarto, el hombre eficiente; pero no nos vale como presidente. Aznar no es la persona de mirada fina e inteligente, de personalidad respetada y sólida que necesita un país como España, que, tras muchos años de esfuerzo, ocupa un lugar de primer orden en el concierto internacional. Que no nos lo tire por tierra- Murcia.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Archivado En