La crisis de Hebrón domina la apertura de la conferencia económica de Oriente Próximo

El axioma "sin paz no habrá prosperidad y sin prosperidad no habrá paz" resonó ayer durante la apertura de la tercera conferencia económica de Oriente Próximo y el norte de África, donde delegados árabes, israelíes y de más de ochenta países comenzaron a buscar fórmulas para tratar de impulsar proyectos de desarrollo a pesar de las enormes diferencias políticas regionales. Pero el cónclave de tres días comenzó en El Cairo, bajo el signo de la incertidumbre por la creciente tensión entre palestinos e israelíes a raíz de la potencialmente explosiva cuestión de Hebrán.

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El axioma "sin paz no habrá prosperidad y sin prosperidad no habrá paz" resonó ayer durante la apertura de la tercera conferencia económica de Oriente Próximo y el norte de África, donde delegados árabes, israelíes y de más de ochenta países comenzaron a buscar fórmulas para tratar de impulsar proyectos de desarrollo a pesar de las enormes diferencias políticas regionales. Pero el cónclave de tres días comenzó en El Cairo, bajo el signo de la incertidumbre por la creciente tensión entre palestinos e israelíes a raíz de la potencialmente explosiva cuestión de Hebrán.

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Las esperanzas de transformar la reunión de El Cairo en la plataforma para un anuncio de acuerdo que permitiría el repliegue de las tropas israelíes de Hebrón parecieron desvanecerse después de que los palestinos volvieran a acusar al Gobierno del primer ministro derechista israelí Benjamín Netanyahu, de ignorar sus compromisos.El secretario de Estado norteamericano Warren Christopher, en su última visita a Oriente Próximo como jefe de la diplomacia de Washington, recibió del presidente palestino Yasir Arafat un diagnóstico extremadamente sombrío del proceso de paz con los israelíes. Sin embargo, Christopher, que pasó gran parte de la noche del lunes tratando de mediar entre palestinos e israelíes, no dio la impresión de que Washington espere una calamidad.

En su discurso ante la conferencia organizada por el Foro Económico Mundial, el jefe de la diplomacia norteamericana sugirió en cambio que la firma del acuerdo entre israelíes y palestinos -vital para rescatar el proceso de paz de su estancamiento actuales sólo una cuestión de tiempo. "Las negociaciones han sido intensas y a veces frustrantes. Pero creo que una serie de acuerdos finales están al alcance de la mano", dijo refiriéndose a la penosa búsqueda de una fórmula capaz de eliminar el más grave obstáculo a la puesta en vigor de los acuerdos de Oslo.

En Israel, donde la prensa también ha venido pronosticando un acuerdo inminente, Netanyahu estaba a la espera de señales concretas de progreso para decidir si se embarca o no en una visita a Estados Unidos, originalmente prevista para mañana. El clima de expectativa se transformó en temor por nuevos hechos de violencia en Cisjordania. Colonos judíos de Hebrón hirieron de bala a una palestina en un ataque que pone de relieve el creciente desafío armado de los extremistas judíos.

Intransigencia israelí

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En El Cairo, los aproximadamente 3.500 participantes en la conferencia tenían la mirada puesta en este y otros problemas que amenazan con sepultar el proceso de paz y, de paso, las perspectivas de una bonanza económica en toda la zona. El presidente egipcio Hosni Mubarak, un ardiente crítico de la política intransigente de Netanyahu, declaró categóricamente que para que desaparezca el viejo conflicto regional Israel debe cumplir con su compromiso de devolver territorios árabes. Un alegato idéntico, pero propuesto con más énfasis por el ministro de Exteriores irlandés, Dick Spring, actual presidente de la Unión Europea, arrancó la única ovación larga de la ceremonia."La Unión Europea está más convencida que nunca de que la paz en Oriente Próximo depende del pleno cumplimiento de los acuerdos existentes entre Israel y los palestinos", dijo, al tiempo que invocaba el espíritu de la conferencia de paz de Madrid de 1991 y de los acuerdos de Oslo "a fin de continuar hacia el objetivo común de una paz justa, duradera y completa sobre la base de todas las resoluciones de las Naciones Unidas y el principio de 'territorios a cambio de paz".

Con el riesgo cada vez más tangible del estallido de un nuevo conflicto si Israel no procede, como se comprometió a hacerlo en marzo pasado, al repliegue parcial de las tropas que mantiene en Hebrón para proteger a 450 colonos judíos, la conferencia de El Cairo ha adquirido un tono político más que económico. Muchos de los participantes creen que el momento no es el más oportuno para comenzar a planear fuertes inversiones. "La conferencia es económica, pero la verdad es que todo está supeditado a la situación política, y ésta debe ser solucionada primero", declaró el empresario israelí Gad Proper. Al menos en esto están de acuerdo muchos de los participantes árabes, reacios a normalizar los vínculos económicos con Israel mientras persisten los problemas de Palestina, el Golán sirio y Líbano.

La conferencia de El Cairo es la tercera desde que en 1994 se decidiera promover proyectos de desarrollo conjunto en la zona. Pero a diferencia de las celebradas ese año en Casablanca y en 1995 en Ammán, donde hubo derroche de entusiasmo, la de El Cairo, a seis meses de la elección de Netanyahu, es una cita dominada por la preocupación sobre el futuro del proceso de paz.

En la carpeta de los delegados asistentes a la conferencia también existen otros datos preocupantes. Según un informe del Fondo Monetario Internacional, la inversión extranjera en la región apenas alcanza al 1%, uno de los más bajos índices en el mundo.

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