Chirac se enfrenta a la policía israelí en Jerusalén

El presidente francés, Jaques Chirac, dijo finalmente ¡basta! Basta de empujones de los policías israelíes. Basta de sus intentos por impedir que el presidente de Francia diera lamano a los palestinos que le aplaudían en el centro de la ciudad antigua. Basta del innecesario barullo y de la prepotencia de los policías de fronteras de Israel, tan temidos por los palestinos de Jerusalén y los territorios ocupados. En la Ciudad Santa, ayer, Chirac gritó a los policías israelíes lo que los palestinos no se atreven a decir porque los agentes judíos de la ley les muelen los huesos a palos: "¡Váyanse!...

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El presidente francés, Jaques Chirac, dijo finalmente ¡basta! Basta de empujones de los policías israelíes. Basta de sus intentos por impedir que el presidente de Francia diera lamano a los palestinos que le aplaudían en el centro de la ciudad antigua. Basta del innecesario barullo y de la prepotencia de los policías de fronteras de Israel, tan temidos por los palestinos de Jerusalén y los territorios ocupados. En la Ciudad Santa, ayer, Chirac gritó a los policías israelíes lo que los palestinos no se atreven a decir porque los agentes judíos de la ley les muelen los huesos a palos: "¡Váyanse!"

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La explosión de ira presidencial francesa marcó de forma espectacular la visita que Chirac realiza por Oriente-Próximo e ilustró vivamente cuán tensas son las relaciones entre París y el Gobierno derechista del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.Chirac estaba transfigurado por la rabia cuando un sargento regordete de la policía israelí se negó a ordenar a sus hombres que le dejaran aproximarse a comerciantes palestinos que le saludaban detrás de una muralla de hombres uniformados y fuertemente armados. Los palestinos valoraban la presencia del primer mandatario francés. Sus palabras del lunes a favor de un Estado palestino, su rechazo a ser acompañado por el alcalde de la ciudad y su posición enfrentada a las tesis de Netanyahu, le han hecho muy popular entre ellos.

Primero trató de persuadir a los policías israelíes de que le dejaran caminar en paz. Luego salió en defensa de los periodistas que le acompañaban, que fueron zarandeados en medio del tumulto, y cuando se le agotó la paciencia intentó abrirse paso agitando los codos. El presidente francés llegó a empujar a un guardaespaldas que no dejaba de pegarse a él.

No lejos de la entrada a la explanada de las mezquitas, la furia de Chirac estalló: "Esto me comienza a agotar", dijo primero en francés. Luego se dirigió directamente al jefe del destacamento de seguridad. "¡Ésto no es método!", le espetó a viva voz en inglés, con el rostro encendido por la afrenta. " ¿Qué es lo que quiere? ¿Qué me vaya a mi avión y regrese a Francia? ¿Es éso lo que quiere? !Váyanse!", les dijo a los policías. Después, calificó el dispositivo policial israelí de "provocación".

Chirac había iniciado su paseo matinal por la ciudad antigua con una visita al Santo Sepulcro. Prosiguió después hacia los predios de la mezquita de Al Aqsa y finalmente llegó hasta el Muro de las Lamentaciones, el gran hito de la historia judía, donde cumplió con la norma que cubrirse la coronilla con una kipa negra.Irritación del alcalde

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El presidente francés había solicitado expresamente realizar el paseo por su cuenta, sin más compañía que su comitiva. Ésto, aseguraron fuentes diplomáticas, irritó a la municipalidad israelí. El alcalde derechista, Ehud Olmert, se había brindado a servirle de guía, pero la eventual proximidad del hombre que con más ahínco promueve la judaización de Jerusalén era algo que el mandatario quería a toda costa evitar. Por ello, rechazó cortésmente la oferta envenenada de Olmert.

"Jerusalén es una ciudad que debe permanecer abierta a todas las religiones", declaró a las puertas de la iglesia de Santa Ana, templo que el imperio otomano entregó a Napoléon III y es oficialmente territorio francés, donde tuvo que esperar 10 minutos para que se evacuara a los agentes israelíes que lo habían tomando. Chirac exigió la salida de éstos.

Horas después de los incidentes y a solicitud del propio Chirac, el primer ministro israelí presentó pública y formalmente sus disculpas. "Deseo expresar que sentimos mucho lo ocurrido", declaró Netanyahu durante un almuerzo ofrecido en honor de su huesped. "Lo que hicimos fue hecho de buena fe y para proteger a un amigo". Chirac aceptó las disculpas.

Pero el presidente francés, evidentemente, no está dispuesto a abandonar sus iniciativas frente a la tenaz conducta israelí. Más tarde reiteró que París aceptaría copatrocinar con Washington la búsqueda de una solución a los conflictos de Oriente Próximo. Ésto irrita considerablemente a los israelíes, que consideran la política de Francia demasiado pro árabe. "Si hay algo que yo pueda hacer para promover una mejor comprensión entre las diversas partes en esta región , lo haría de todo corazón", declaró a unos periodistas. "Mi única ambición es ser un soldado al servicio de la paz".

No hubo comentario oficial a la nueva oferta de mediación de Chirac, quizás para no agravar más la tensión de la jornada, que incluyó la pública manifestación de hostilidad de tres parlamentarios derechistas que abandonaron el edificio del Parlamento cuando Chirac acudió a visitarlo. La derecha israelí apenas puede disimular su repudio a la presencia del presidente francés desde que éste anunció su intención de pronunciar un discurso ante el Consejo Legislativo palestino, que debe reunirse en sesión extraordinaria hoy en Ramala. Chirac se convertirá en el primer líder extranjero que se dirige al Legislativo palestino, gesto que ha generado la airada reacción de la derecha israelí, agravada el lunes tras el categórico llamamiento francés en favor del establecimiento de un Estado palestino y la devolución de los altos del Golán capturados a Siria en la guerra de los Seis Días, en 1967.

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