FERIA DE SALAMANCA

Perejil para San Pancracio

Esto está pidiendo a gritos soluciones heroicas, porque vamos de mal en peor, aburridos todas las tardes, y con el toro caricaturizado. Una solución posible es la de ofrecerle perejil a San Pancracio. Uno no sabe si San Pancracio es un santo torero (Pedro Regalado sí, y lo mismo Juan de Sahagún), pero a lo mejor la conjunción perejil-Pancracio nos suelta una corrida aparente y por probar, no creo que se pierda nada. A casos perdidos, soluciones heroicas.Manzanares saludó en el cuarto muy despacio, muy solemne, aquello olía a Dios y la plaza, que lo percibió, intensificó la fuerza de las palmas...

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Esto está pidiendo a gritos soluciones heroicas, porque vamos de mal en peor, aburridos todas las tardes, y con el toro caricaturizado. Una solución posible es la de ofrecerle perejil a San Pancracio. Uno no sabe si San Pancracio es un santo torero (Pedro Regalado sí, y lo mismo Juan de Sahagún), pero a lo mejor la conjunción perejil-Pancracio nos suelta una corrida aparente y por probar, no creo que se pierda nada. A casos perdidos, soluciones heroicas.Manzanares saludó en el cuarto muy despacio, muy solemne, aquello olía a Dios y la plaza, que lo percibió, intensificó la fuerza de las palmas. El torero, andando de espaldas hacia el estribo, se inclinaba respetuoso. Ante sus toros, anduvo con facilidad, con la muleta retrasada como es normal en estos tiempos, pero (esa es la diferencia) con ese toque de distinción que no va uno a descubrir ahora en Manzanares, y sería tonto seguir negándoselo. En el cuarto, hubo pellizcos; trincherillas, unos sabrosos derechazos. También algún enganchón, en series brevísimas.

San Román / Manzanares, Sánchez, Puerto

Toros de Manuel San Román, descastados y blandos, y 6º de Laurentino Carrascosa, manejable.Manzanares: silencio y saludos. José Ignacio Sánchez: palmas y silencio. Víctor Puerto: saludos y oreja. Plaza de La Glorieta, 16 de septiembre. 5 a corrida de feria. Tres cuartos de entrada.

Le ha sido dificilísimo quedar colocado de un pase a otro a José Ignacio Sánchez. El segundo se escupía de la muleta, pero el torero, al hilo del pitón, no favorecía que el animal se quedase donde debía. Pases sueltos, enganchones, con una mano y otra, y faena reiterativa que llegó a pesada. En el quinto, nada que hacer. El toro se aculó en tablas tras el primer pase, y encima se puso a llover.

Víctor Puerto quedó prendido de la cabeza del toro unos instantes terribles, tras hundirle el estoque al sexto. Pareció inacabable el momento y el susto fue de abrigo. Menos mal que todo quedó en eso. En el tercero, aprovechó los viajes del huidizo animal, y en el último, decidido, hábil y con oficio, compuso una faena aseada.

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