FERIA DE ARGANDA DEL REY

El capote providencial de Raúl Blázquez

Raúl Blázquez hizo los quites de la tarde. No el quite de la tarde: los quites. Dos. Su capote providencial entró justo cuando los novillos tercero y sexto apuntaban el fondillo de sendos banderilleros al salir de los pares de banderillas y les libró de la cornada segura.Ocupaba Raúl Blázquez en el ruedo (cuadrilátero en realidad, para entendernos) su sitio de lidiador, pero además tuvo la decisión de acudir presto a donde se presentaba el peligro, asumirlo y con riesgo de su integridad física llevarse en los vuelos del percal la cabezada fiera que ya iba a hacer presa. Un ¡óle! por Raú...

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Raúl Blázquez hizo los quites de la tarde. No el quite de la tarde: los quites. Dos. Su capote providencial entró justo cuando los novillos tercero y sexto apuntaban el fondillo de sendos banderilleros al salir de los pares de banderillas y les libró de la cornada segura.Ocupaba Raúl Blázquez en el ruedo (cuadrilátero en realidad, para entendernos) su sitio de lidiador, pero además tuvo la decisión de acudir presto a donde se presentaba el peligro, asumirlo y con riesgo de su integridad física llevarse en los vuelos del percal la cabezada fiera que ya iba a hacer presa. Un ¡óle! por Raúl Blázquez, cuya torería quedó ahí suficientemente demostrada. Dos veces, dos.

El vecino de localidad dijo que había sido lo mejor de la novillada e incluso estaba por ampliarlo a la feria entera. Quizá. Y, para celebrarlo, su bella esposa convidó a buñuelos que había frito la hija del matrimonio aquella mañana, para que en la función de tarde no faltara de nada. Y de nada faltó: había bocadillos, con qué beber, ricos buñuelos y café.

Buendía / Pacheco, Blázquez Dávila

Novillos de Joaquín Buendía, tres terciados y tres con cuajo, sospechosos de pitones, flojos excepto 6º, pastueños.Carlos Pacheco: pinchazo hondo, otro bajo, estocada caída y rueda de peones (silencio); dos pinchazos, otro hondo y descabello (silencio). Raúl Blázquez: pinchazo y estocada trasera (escasa petición, palmas y también pitos cuando saluda); pinchazo y estocada (escasa petición y vuelta con algunos pitos). Dávila Miura: estocada corta caída (escasa petición, aplausos y saludos); pinchazo, estocada y rueda desaforada de peones (oreja). Plaza de Arganda, 16 de septiembre. 6ª de feria. Lleno.

La afición argandeña lleva a la plaza la merienda, naturalmente. Ninguna ostentación: se la come y en paz. A los niños les dan sus papás unos bocadillos enormes que saborean con fruición y luego se ponen hasta la bandera de pipas, cacahuetes, chupa-chups y todas esas chucherías con cromos que no para de inventar la ciencia. Seguro que alguno acabará malito, pero que les quiten lo bailado.

Los niños son el futuro, evidentemente; en la fiesta también. Los niños de Arganda del Rey, se les rasca un poquillo y resulta que son entendidos en tauromaquia. Lo que pasa es que no les gusta presumir. Los hay locuaces, sin embargo. Tiraba de derechazos Dávila Miura al tercero de la tarde y un niño comentó que estaba toreando fuera cacho. Al vecino de localodad de poco se le atraganta el café, el buñuelo a un servidor también.

"Fuera cacho, tu padre", repuso otro chavalín; pero sólo por armar pelea, pues en el fondo estaba conforme, y cuando le vino en gana añadió que los novillos eran borregos. Y cierto que lo eran, más o menos.

Los novillos sacaron una debilidad y una sumisión que los acercaba al género lanar. Extraña, por eso, que los diestros fueran incapaces de torearlos como Dios manda, cortar las orejas, salir de la plaza en loor de multitud, a hombros hasta Madrid (quiere decirse, hasta la carretera general).

Se exceptúa a Dávila Miura en el sexto. Antes quedaba exceptuado el novillo, que presentó hechuras de cuatreño y tras tomar una vara según suelen hacerlo los toros bravos, en el segundo tercio sacó la casta santacoloma que le corría por las venas y de poco le da un disgusto al banderillero que le prendió el par. No se lo dio porqué irrumpió Raúl Blázquez con su capotillo providencial.

Toreó Dávila Miura a ese sexto novillo con entrega y templanza. Quizá se excedió colocándose de costadillo pero sus derechazos y sus naturales tuvieron garra, hondura los pases de pecho y construyó una faena bien medida. Pases, los justos. Así lo había hecho en el tercero, cuya faena duró tres minutos. O sea, que muy bien.

Carlos Pacheco había toreado el día antes en Sevilla, donde impresionó su valor; Raúl Blázquez, ante la cátedra de Las Ventas, y esta contrata de Arganda acaso se la tomaron a trámite, o tal parecía. Y no era trámite. Arganda es plaza de talanqueras, sí, mas allí comparecen los novilleros punteros a fin de temporada y sentencia quién funciona, quién no. Aficionados de Madrid acuden en plan espía. Y toman nota. Y luego lo cuentan. Y ponen en su sitio a cada cual. Así que cuidado con Arganda.

Orejas en Albacete

Por otra parte, Manuel Amador y Eugenio de Mora salieron a hombros en la novillada de la feria de Albacete, celebrada ayer con media entrada, informa Efe.Se lidiaron novillos de Giménez Indarte (el primero, sobrero), bien presentados, nobles y muy flojos. Amador y Mora cortaron una oreja a cada uno de sus novillos. Víctor de la Serna, aviso y ovación; palmas.

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