INVESTIGACIÓN

Logran que una ciega vea y lea cuatro días con una prótesis

Un equipo estadounidense ha conseguido que una paciente ciega pueda leer letras únicas en una página durante cuatro días, merced a una prótesis con microcámaras en el ojo que se conectan con electrodos a la corteza visual del cerebro y así generan visión. Se trataba de una mujer de 45 años, que perdió la vista en la adolescencia como resultado de una diabetes y un glaucoma mal tratado.El resultado del experimento, dirigido por Edward Schmidt, fue presentado esta semana en Soria, en un seminario sobre Neurobiología de la visión, por el investigador del Consejo Superior de Investigaciones...

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Un equipo estadounidense ha conseguido que una paciente ciega pueda leer letras únicas en una página durante cuatro días, merced a una prótesis con microcámaras en el ojo que se conectan con electrodos a la corteza visual del cerebro y así generan visión. Se trataba de una mujer de 45 años, que perdió la vista en la adolescencia como resultado de una diabetes y un glaucoma mal tratado.El resultado del experimento, dirigido por Edward Schmidt, fue presentado esta semana en Soria, en un seminario sobre Neurobiología de la visión, por el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en la Universidad de Alicante, Alvaro Pascual-Leone. El informe se publicará próximamente en la revista científica Brain.

El equipo de investigadores estaba compuesto por cirujanos, psicólogos, ingenieros y oftalmólogos del Instituto de Salud de Estados Unidos. Para realizar la función de ojos artificiales, los ingenieros fabricaron unas microcámaras de vídeo que enviaron impulsos a 38 microelectrodos instalados en el cerebro.

"El problema es encontrar a alguien ciego que tenga una corteza visual dedicada todavía a la visión y genere este tipo de información", dice Pascual-Leone, que añade que estas identificaciones técnicas de estimulación transcraneal "no son invasivas ni peligrosas".

El cerebro de los invidentes, según Pascual-Leone, se reorganiza tras la pérdida de la visión, y las partes destinadas al nacer a este sentido se dedican al desarrollo de la capacidad para oír y tactar. Por eso la yema del dedo lector es en los invidentes más grande que en los videntes, porque toma lo que antes se destinaba a otros dedos y la parte del cerebro que utilizaba la visión. De ahí que, según el investigador español, convenga acelerar estos cambios y llegar a dominar el Braille en varios meses.

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