Bruselas se enfrenta abiertamente a Francia y Alemania por el control de las concentraciones

Un grave enfrentamiento afloró ayer públicamente entre la Comisión Europea, de un lado, y los gobiernos francés y alemán, del otro. El comisario de la Competencia, Karel Van Miert, acusó abiertamente a París y Bonn de perseguir, a veces "con doble lenguaje", la "renacionalización" de la política de competencia de Bruselas. Ésta controla las concentraciones de empresas, abusos de posición dominante, ayudas de Estado y otras operaciones que puedan obstaculizar el libre juego del mercado. Las disensiones entre Bruselas y las dos principales capitales de la UE eran hasta ahora larvadas.

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Un grave enfrentamiento afloró ayer públicamente entre la Comisión Europea, de un lado, y los gobiernos francés y alemán, del otro. El comisario de la Competencia, Karel Van Miert, acusó abiertamente a París y Bonn de perseguir, a veces "con doble lenguaje", la "renacionalización" de la política de competencia de Bruselas. Ésta controla las concentraciones de empresas, abusos de posición dominante, ayudas de Estado y otras operaciones que puedan obstaculizar el libre juego del mercado. Las disensiones entre Bruselas y las dos principales capitales de la UE eran hasta ahora larvadas.

Las diferencias entre Alemania, Francia y la Comisión, que se producían en el terreno bilateral o en las discusiones, aún abstractas, de la reforma de Maastricht, han saltado a la luz. Alemania se queja de que el control de la competencia es muy político, de que Bruselas lo suaviza a veces en atención a argumentos políticos. Propone separar su diseño de su ejecución práctica: el primero seguiría en manos de la Comisión; el control de las operaciones pasaría a una agencia "independiente". Francia, al contrario, imputa a la Comisión demasiada severidad. "Con argumentos exactamente opuestos, ambos pretenden lo mismo, renacionalizar la política de competencia, contra lo que combatiremos con todas nuestras fuerzas", alertó Van Miert.El conflicto tiene gran entidad. Afecta a una de las más genuinas políticas comunitarias, "esencial" para un mercado limpio. De ahí la contundencia del comisario y su ataque frontal a los dos más poderosos gobiernos europeos, un hecho insólito en una Comisión inclinada a templar gaitas, que quizá también se explica por los diferentes puntos de vista que, aunque semisoterrados, surgen dentro de la misma.

El comisario dedicó sus más duras andanadas a Alemania, país en el que han crecido los litigios sobre competencia debido a la incorporación del Este y a las nuevas dificultades económicas. Desde Bonn algunos critican la intervención de Bruselas por demasiado política "y luego, en un ejercicio de doble lenguaje, cuando tienen problemas, vienen. a pedir árnica política", lanceó: La propuesta alemana de crear una agencia independiente "es una mala_idea", y "una maniobra", opinó.

Sin ejemplos

El argumento de Van Miert es que no hay ejemplos de agencias verdaderamente independientes. En EE UU, sus directivos cambian con cada remoción de Gobierno. En Alemania, "el Gobierno puede tomar una decisión distinta a la del Bundeskartelamt", que no tiene la última palabra: ese país "no debe tratar de imponer su modelo a los demás", atacó. Además, la política comunitaria "funciona bien" -los casos examinados en 1995 fueron un tercio superiores a los de 1994-; no puede ser más veloz "porque hay que respetar los derechos de terceros" y está integrada con las restantes políticas. Así, una nueva agencia desarticularía el mecanismo; "doblaría las dotaciones"; y renacionalizaría lo ya comunitarizado porque "cada Gobierno querría colocar en ella a, un hombre y una mujer suyos".Van Miert sostuvo que en la Comisión hay completo consenso. Pero el semanario European Voice acaba, de revelar que el presidente Jacques Santer propugna "repensar la política de competencia", algo negado por sus portavoces. Y, ayer mismo, por el comisario, quien alegó que todas las decisiones sobre concentraciones "se han tomado por unanimidad", a diferencia de lo que sucedía en anteriores colegios de comisarios.

Van Miert recogió en parte una preocupación de Santer, para quien la dureza de su política en algunos sectores, como las telecomunicaciones, acaba facilitando la penetración de las empresas norteamericanas en la UE y obstaculizando la creación de grandes empresas europeas, "porque estas firmas trabajan en un mercado global". "Debemos tener en cuenta ambas cosas", replicó Van Miert: la necesidad de tamaño "porque lo exige el contexto mundial", pero "evitando recaer en situaciones de monopolio".

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