Editorial:

Falta costumbre

EL GOBIERNO Sigue perfilando la postura, como los velocistas en la salida, pero no acaba de arrancar. La obsesión por encontrar culpables, propia de la oposición, es más fuerte que la de buscar soluciones. Falta costumbre. El vicepresidente económico, Rodrigo Rato, volvió a comparecer ayer ante los periodistas, pero las esperadas medidas reactivadoras siguen "en estudio". Serán desveladas "sin dilaciones, en el momento oportuno".Tal vez, la próxima semana, cuando se concreten los recortes presupuestarios aprobados hace 15 días. Pero con las nuevas previsiones de crecimiento desveladas ayer, aq...

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EL GOBIERNO Sigue perfilando la postura, como los velocistas en la salida, pero no acaba de arrancar. La obsesión por encontrar culpables, propia de la oposición, es más fuerte que la de buscar soluciones. Falta costumbre. El vicepresidente económico, Rodrigo Rato, volvió a comparecer ayer ante los periodistas, pero las esperadas medidas reactivadoras siguen "en estudio". Serán desveladas "sin dilaciones, en el momento oportuno".Tal vez, la próxima semana, cuando se concreten los recortes presupuestarios aprobados hace 15 días. Pero con las nuevas previsiones de crecimiento desveladas ayer, aquel recorte ya se ha quedado corto.La revisión a la baja del crecimiento del PIB es consecuencia de la desaceleración producida desde hace un año, menor que en otros países europeos, pero considerable: del 3,2% del primer trimestre de 1995 al 2% en el mismo periodo de este año. Rato responsabilizó al anterior Gobierno tanto de la desaceleración como de haber ocultado su magnitud. De forma que los problemas actuales serían consecuencia del "retraso en la convocatoria electoral". Es un planteamiento impropio de un vicepresidente económico, que no puede ignorar que todos los países de la Unión Europea se han visto obligados a revisar a la baja sus expectativas, incluida la propia Comisión Europea, que ha reducido del 2,6% al 1,5% las previsiones para el conjunto de los Quince. Lo mismo le sucede a España: hace seis meses se preveía un crecimiento de 3,4% para este año, y ahora esa cifra se reduce al 2,3%. Esa ralentización del crecimiento contribuirá a moderar la inflación, que podría estar por debajo del 3,5% previsto, pero a cambio tendrá efectos negativos sobre el empleo.

La combinación entre menos ingresos fiscales y mayor gasto en subvenciones a los parados que deriva de esa desaceleración afectará al déficit público. Para no superar a fin de año el 4,4% del PIB serán precisos recortes adicionales del gasto estimados en unos 130.000 millones de pesetas (a añadir a los 200.000 millones ya acordados). En ese contexto, el margen para medidas reactivadoras no es muy amplio. La principal vuelve a ser la reducción de los tipos de interés, que se vería facilitada si Alemania también rebaja sus tipos, como se espera para esta semana.

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