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Las ventajas administrativas de esta rechazada medida son también evidentes. Las universidades públicas, normalmente, cierran sus matrículas una vez empezado el curso e incluso bastante avanzado éste. Si el curso acabara en julio, en agosto todos los alumnos estarían ya matriculados y en septiembre habría ya listas de todas las asignaturas especifica Yolanda Barcina, "con lo que evitaríamos la pérdida de jornadas en el comienzo de asignaturas prácticas que ahora carecen de estas listas cerradas y los alumnos podrían elegir con más rapidez a sus delegados de curso, representantes en consejos de departamento y junta de gobierno. Además, solucionaríamos las convalidaciones de materias antes de empezar el curso". La calma ha vuelto al campus navarro. Nadie hubiera imaginado que la desaparición de los clásicamente detectados exámenes de septiembre pudiera provocar tal rechazo estudiantil. Septiembre existirá un año más en la UPNA.

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