Un radar encuentra la muralla china oculta

Los arqueólogos rastrean la Tierra con el transbordador espacial e identifican yacimientos con precisión

En las cercanías del célebre complejo de templos camboyanos de Angkor Wat, la arqueóloga Elizabeth Moore hizo recientemente el descubrimiento espectacular de una serie de montículos y fosos. Y los descubrió sin salir de su despacho de la Universidad de Londres. Muchos otros científicos también han utilizado imágenes obtenidas con un radar desde el transbordador espacial de la NASA para encontrar yacimientos arqueológicos. Entre ellos destacan segmentos sepultados de la Gran Muralla china, la posible ubicación de la antigua ciudad perdida de Ubar, en Oriente Próximo, y rastros de lo que podrían...

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En las cercanías del célebre complejo de templos camboyanos de Angkor Wat, la arqueóloga Elizabeth Moore hizo recientemente el descubrimiento espectacular de una serie de montículos y fosos. Y los descubrió sin salir de su despacho de la Universidad de Londres. Muchos otros científicos también han utilizado imágenes obtenidas con un radar desde el transbordador espacial de la NASA para encontrar yacimientos arqueológicos. Entre ellos destacan segmentos sepultados de la Gran Muralla china, la posible ubicación de la antigua ciudad perdida de Ubar, en Oriente Próximo, y rastros de lo que podrían ser yacimientos prehistóricos enterrados bajo las arenas del desierto del Sáhara.Aunque la confirmación y el análisis detallado de algunos de estos hallazgos requerirán concienzudas excavaciones, estos descubrimientos se han hecho desde una altura de unos 350 kilómetros por medio de un instrumento del tamaño de un autobús, con un peso de 10 toneladas, alojado en la bodega de carga del transbordador espacial.

En el caso de las estructuras descubiertas junto a Angkor Wat, Moore cree que fueron construidas por un pueblo que vivió en la zona mucho antes de que se erigieran los templos (del año 802 al 1431), y confía en que los descubrimientos puedan contribuir a iluminar la historia temprana del pueblo que produjo uno de los grandes tesoros arquitectónicos del mundo, así como un gigantesco sistema de diques, canales y presas. Ella afirma que las imágenes proporcionan ya "indicios bastante claros de que el sistema de control hidráulico tuvo un desarrollo muy temprano, probablemente indígena, y de que no fue importado de la India", como han sugerido algunos investigadores.

En muchos casos, como expusieron los científicos en una conferencia celebrada recientemente en la Universidad de Florida sobre la aplicación del transbordador espacial a la arqueología, el radar permite descubrir estructuras antiguas que eran invisibles al ser sobrevoladas en avión, o incluso al pasear sobre ellas.

Ríos bajo el Sáhara

Esta tecnología, denominada radar espacial de imagen (cuya versión actual, tercera mejora de este sistema, se llama SIR-C), permitió el descubrimiento hace una década de lo que casi con certeza es la antigua ciudad perdida de Ubar, situada en el actual Omán, donde se han iniciado excavaciones para intentar confirmar su identidad. También condujo al descubrimiento de antiguos lechos de ríos bajo el Sáhara, y un nuevo análisis realizado por el profesor de la Universidad de Boston, Farouk El-Baz, ha demostrado ahora que los oasis del desierto parecen estar directamente alineados sobre esos antiguos canales. El-Baz cree que los oasis se formaron en los asentamientos prehistóricos que se encontraban a lo largo de las orillas de esos ríos, desaparecidos hace mucho tiempo.

El radar ha descubierto, igualmente, tramos de una antigua muralla china, erigida en paralelo y varios siglos antes que la todavía hoy en pie. Estos restos de muralla se hallan enterrados en un banco de arena y muy erosionados, y no se aprecian desde la superficie. Los datos obtenidos desde el transbordador están ahora en proceso de análisis.

Sin embargo, los científicos se vieron gratamente sorprendidos por los recientes descubrimientos efectuados alrededor del vasto complejo de edificios antiguos y sistemas de irrigación de Angkor. La sorpresa se explica porque, hasta ahora, todos estos hallazgos con radar se han detectado en zonas áridas. El radar puede penetrar hasta cinco metros en la arena seca para revelar en detalle contornos de roca sólida o ruinas subyacentes. Por el contrario, los haces del radar son vigorosamente reflejados por el agua, de forma que todos pensaban que un bosque húmedo sobrecargaría y confundiría al dispositivo de búsqueda, sin mostrar nada de interés.

Suelo húmedo

"Cuando empezamos", explica Moore, "nos decían que nunca encontraríamos nada, porque no se puede penetrar en el suelo húmedo". Sin embargo, la capacidad del radar para mostrar la presencia de agua resultó ser la clave del éxito en Angkor.

Moore afirma: "La ventaja [del radar] sobre la fotografía aérea es su sensibilidad a la vegetación y a la humedad. Angkor se construyó en torno al agua, y con él se logra identificar la pauta de las variaciones en la vegetación, cosa que no se consigue con la fotografía aérea".

Los montículos propiamente dichos ya no existen. Todo lo que ha quedado de sus círculos perfectos son ocasionales embalsamientos de agua en la superficie, entremezclados con áreas en las que el suelo subyacente a la densa vegetación retiene más humedad que el terreno circundante. Desde el nivel del suelo es improbable que nadie hubiera podido detectar su existencia. Sin embargo, la combinación de agua estancada y suelos húmedos llama poderosamente la atención en las imágenes del radar, revelando contornos geométricos definidos que muestran claras señales de haber sido construidos por manos humanas.

Los datos del radar, que son grandes cantidades de información digitalizada, hacen la identificación de los yacimientos mucho más precisa y fácil de identificar, afirma Moore.

Científicos y proyectistas de toda una serie de disciplinas -desde la geología y la hidrología al urbanismo- se han beneficiado de las imágenes obtenidas por el transbordador espacial. Con todo, apenas se trata del comienzo de lo que esta tecnología puede hacer posible. El-Baz afirma que hasta el momento "el radar apenas ha cubierto una pequeña zona de la Tierra. Las estrechas bandas inspeccionadas en sus desplazamientos son algo muy reducido", señala.

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Mapa topográfico

La NASA, que ha gastado 160 millones de dólares en el desarrollo del radar SIR-C (con cantidades semejantes de Alemania e Italia), no tiene planes concretos para volver a instalarlo en el transbordador espacial. Pero existen planes para operar, desde octubre próximo, con una versión anterior, denominada Air-SAR, a bordo de un avión que sobrevolaría varias zonas.Estos vuelos suministrarían información más detallada, dado que se realizaría a menor altura que el transbordador.

Un vuelo sobre el Sáhara, por ejemplo, podría buscar bajo los oasis actuales asentamientos primitivos y seleccionar lugares para futuras excavaciones. También podrían revelar emplazamientos que todavía concentran aguas subterráneas bajo la arena, lugares para la perforación de pozos de agua.

El Jet Propulsion Laboratory, de la NASA, que ha proyectado y construido el radar del transbordador espacial, está diseñando una modificación en el sistema, que permitiría en vuelos futuros elaborar con esta tecnología un mapa topográfico completo de la superficie de la Tierra.

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