La crema de la Moruchez

Los novillos de La Guadamilla que saltaron al ruedo de Las Ventas eran moruchos. Pero no se trataba de una moruchada cualquiera sino de lo más morucho que pueda encontrarse en los predios de la taurina Iberia: la crema de la moruchez.Los moruchos de La Guadamilla llevaban la moruchez en la cara y en el comportamiento. En cierto momento cundió la sospecha de que les hubieran administrado algún bebedizo, pues tan morucho no se puede ser. Que los llamados novillos -de La Guadamilla- tomaran un pase y se quedaran mirando a Coslada no es muy normal. Lidia adelante, sin embargo, la afición barruntó ...

Los novillos de La Guadamilla que saltaron al ruedo de Las Ventas eran moruchos. Pero no se trataba de una moruchada cualquiera sino de lo más morucho que pueda encontrarse en los predios de la taurina Iberia: la crema de la moruchez.Los moruchos de La Guadamilla llevaban la moruchez en la cara y en el comportamiento. En cierto momento cundió la sospecha de que les hubieran administrado algún bebedizo, pues tan morucho no se puede ser. Que los llamados novillos -de La Guadamilla- tomaran un pase y se quedaran mirando a Coslada no es muy normal. Lidia adelante, sin embargo, la afición barruntó que el mal no debía de ser provocado sino congénito.

Mirando a Coslada se quedaban los primeros. Los siguientes, en cambio, se quedaban mirando a la rubia del 4. Estos -dedujo la afición- por lo menos piensan, tienen gusto y criterio selectivo. Muchos seres humanos aún piensan menos y carecen de criterio alguno. Sin ir más lejos, en el tendido había multitud de espectadores que no se percataron de lo guapa que es la rubia del 4.

Matar un toro que se queda mirando a la rubia del 4 es dificilísimo y el debutante murciano Pepe Moreno tuvo serios problemas para estoquear al suyo; ni aún a paso de banderillas lo conseguía. Peor suerte corrió Chicuelo en el turno siguiente: después de que su morucho-guadamilla pasara un buen rato mirando a la rubia del 4, se puso a dar vueltas por el redondel.

Dos vueltas completó el guadamillo amoruchado andando a su bola al hilo de las tablas y Chicuelo se empeñaba inútilmente en pararlo, en cuadrarlo, en perfilar volapiés, tirar estocadas a paso banderillas, pinchazos dónde cayeran, sartenazos múltiples, descabellos... Y ni por esas. Sonaron los tres avisos, salieron los cabestros y no pudieron arropar al morucho, que cuando le dio la gana se, fue a rendir la vida bajo el estribo.

Valiente el debutante Pepe Moreno, que se da un aire a su paisano Pepín Liria, pugnó por cortar la querencia a toriles del primero, recibió con una larga y veroniqueó rodilla en tierra al cuarto, luego logró sacar sendas tandas de derechazos y naturales. Nada más, porque fue entonces cuando el animal descubrió a la rubia.

Chicuelo esbozó algunos apuntes de inequívoca torería principalmente en los naturales. De entrada, cogía por el centro el estoquillador, que otros llaman estaquillador. Quizá estos tengan más razón, aunque estaquillador sea, en puridad, instrumento de zapatero. El estoquillador es el palo o varilla sobre el que descansa el estoque y el estaquillador debe de ser el palo o varilla sobre el que descansa la estaca, según usos de los tiempos modernos. Está bien empleado: los, diestros actuales utilizan estaca en vez de estoque y les sirve para rematar las tandas pegando un estacazo al aire, a manera de resumen de su concepto del arte y de la finura torera.

Apenas aquellos apuntes aludidos permitieron explayar a Pepe Moreno sus moruchos. Lo mismo le ocurrió a Chamón Ortega en el tercero mas el joven madrileño pudo desquitarse en el sexto, que topaba algo. Y le hizo faena animosa y valiente, ciñendo naturales y derechazos con los correspondientes pases de pecho. Lo toreó con gran mérito, como si fuera bravo. Pero no: era morucho; morucho a carta cabal; un morucho con pedigree, honra y prez de la moruchería patria.