FERIA DE ABRIL

A Curro le gusta leer, el dominó y la tranquilidad

Curro Romero, figura del toreo, es un artista de exquisita sensibilidad; un hombre fuerte, pero no ágil, y normal, muy normal -los raros somos los demás-; vive intensamente su profesión, no es supersticioso y sí un mal negociante; le gusta la tranquilidad, la lectura, la pintura y el juego del dominó; estrena traje de luces cada vez que torea en la Maestranza, y jamás ha visto un vídeo de una actuación suya.Así define al Faraón de Camas su mozo de espadas, confidente y hombre de confianza, Antonio Torres, paisano, currista, amigo íntimo y un ser privilegiado. "Al menos, así me considero", dice...

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Curro Romero, figura del toreo, es un artista de exquisita sensibilidad; un hombre fuerte, pero no ágil, y normal, muy normal -los raros somos los demás-; vive intensamente su profesión, no es supersticioso y sí un mal negociante; le gusta la tranquilidad, la lectura, la pintura y el juego del dominó; estrena traje de luces cada vez que torea en la Maestranza, y jamás ha visto un vídeo de una actuación suya.Así define al Faraón de Camas su mozo de espadas, confidente y hombre de confianza, Antonio Torres, paisano, currista, amigo íntimo y un ser privilegiado. "Al menos, así me considero", dice, "porque yo soy quien más disfruta de Curro: en el toreo de salón, en los tentaderos, en la plaza...".

Torres tiene 52 años, conoce a Curro desde sus tiempos mozos y asegura que nunca pensé dedicarse a asuntos taurinos. Será verdad porque ha sido profesional del comercio, primero, y representante de confección, después, hasta que una grave enfermedad lo retiró de la vida laboral. A pesar de todo, tuvo tiempo para ser directivo de la peña local de Curro cuando aún vestía pantalones cortos, y convertirse, poco a poco en la mano derecha del torero. A finales de los sesenta, cuando Curro vivía en Madrid, Torres se encargaba de sus asuntos en Sevilla. Y lo que comenzó como un favor de amigo, acabó en la relación actual.

"Me convertí en mozo de espadas por accidente", afirma Torres, "porque con el carné oficial tenía acceso a la Seguridad Social que había perdido como representante; pero, en realidad, soy algo más: voy al campo, veo los toros, asisto a los embarques, y, sobre todo, me considero amigo íntimo, porque Curro me trata como un hermano y uno más de su familia".

Una día dirá: 'S'acabó'

Desde el año 1977 es la sombra de Curro Romero, y el hombre que mejor lo conoce. "A mí no me sorprendió el éxito del Domingo de Resurección", afirma, "porque Curro es así, y un día de ésos será cuando se retire; volveremos a la plaza y me dirá: Antonio, s'acabó, pero todo está en el aire porque yo le veo: muy bien este año".Antonio Torres se niega a admitir que Curro sea un hombre raro. "Los raros son los demás", asegura, "porque lo que le gusta es estar con los suyos y jugar al dominó en la peña trianera con tres viejos". "¿Eso es ser raro?", se pregunta Torres, y, él mismo se responde: "Curro es un artista que huye de la fama, y por eso dicen que es raro". "¿Sabe usted por qué Curro no brinda los toros?", insiste Torres, "porque él dice que todo lo que hace es para el público".

Curro Romero no ha querido visionar el vídeo de su actuación el pasado Domingo de Resurrección. "No lo ha hecho nunca", afirma su mozo de espadas, "y él lo explica muy bien: le gusta lo que ha sentido en la plaza en aquel momento, pero dice que aquella sensación Ya está muerta y no le transmite a nada"

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