GUERRA EN LOS BALCANES

Tres firmas para un emisario volante

Richard Holbrooke, el emisario volante de EE UU para los Balcanes, había necesitado más de seis horas en la noche del miércoles, el mismo día que los aviones de la Alianza Atlántica bombardearon tres bases de misiles serbobosnias, para convencer al presidente Slobodan Milosevic de que debía aceptar, en nombre de sus correligionarios bosnios del otro lado del Drina -que esperaban en otra habitación- las nuevas condiciones para el alto el fuego que el presidente bosnio, Alia Izetgbegovic, le había transmitido ese mismo día en Sarajevo, y a las que el diplomático estadounidense calificó de muy se...

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Richard Holbrooke, el emisario volante de EE UU para los Balcanes, había necesitado más de seis horas en la noche del miércoles, el mismo día que los aviones de la Alianza Atlántica bombardearon tres bases de misiles serbobosnias, para convencer al presidente Slobodan Milosevic de que debía aceptar, en nombre de sus correligionarios bosnios del otro lado del Drina -que esperaban en otra habitación- las nuevas condiciones para el alto el fuego que el presidente bosnio, Alia Izetgbegovic, le había transmitido ese mismo día en Sarajevo, y a las que el diplomático estadounidense calificó de muy serias".Izetbegovic abandonaba su pretensión propagandística de rendir la plaza fuerte serbia de Banja Luka y se concentraba en dos temas: la efectiva apertura de Sarajevo al mundo exterior y el retomo de condiciones de vida humanas para sus más de 300.000 habitantes, y el fin del calvario para Gorazde, el enclave perdido al este y cuyos 60.000 refugiados han padecido. durante más de tres años un asedio inmisericorde.

Antes de las cuatro de la tarde, Holbrooke telefoneó desde Zagreb a su jefe, el secretario de Estado Warren Christopher, para comunicarle el visto bueno del presidente Franjo Tudjman. Bill Clinton podía anunciar ya al mundo, una hora antes de lo previsto, el triunfo de su diplomacia.

Viculado indisolublemente como está el compromiso de cese de hostilidades a la normalización del suministro eléctrico en Sarajevo, la carta que tenía que asegurarse Holbrooke era la cooperación militar croata. Las líneas que abastecen la capital bosnia están interrumpidas y minadas en Kiseljak, una localidad vecina dominada por los bosniocroatas.

El presidente Tudjman tenía que ordenar que sus fuerzas se pusieran ayer mismo manos a la obra para liberar el tendido antes del día 10. El gas natural, otro de los suministros de los que depende el cese de hostilidades, llega a Sarajevo desde Rusia y, garantizada en teoría la buena voluntad serbia, tardará tres o cuatro días en alcanzar la capital bosnia a través de Hungría. Moscú, el acreedor, decidió el martes congelar la deuda de 100 millones de dólares.

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