Del inédito viaje de José González

La VII Feria del Libro Antiguo, inaugurada ayer, esconde tesoros para el que los sabe buscar

Es poco probable que José González García, capitán médico del II Regimiento de Infantería Iberia, destinado en Filipinas en el siglo XIX, imaginara que, transcurrido el tiempo, su diario fuera a valer tanto. Ciento dieciséis años después de que este capitán embarcara en Barcelona en un buque militar rumbo a Manila, los dos cuadernos de caligráfica letra que llenó durante la travesía y su estancia en la ex colonia española se venden, en la VII Feria del Libro Antiguo y Viejo, inaugurada ayer en el céntrico paseo de Recoletos, por dos millones de pesetas.El actual poseedor de esta pequeña maravi...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Es poco probable que José González García, capitán médico del II Regimiento de Infantería Iberia, destinado en Filipinas en el siglo XIX, imaginara que, transcurrido el tiempo, su diario fuera a valer tanto. Ciento dieciséis años después de que este capitán embarcara en Barcelona en un buque militar rumbo a Manila, los dos cuadernos de caligráfica letra que llenó durante la travesía y su estancia en la ex colonia española se venden, en la VII Feria del Libro Antiguo y Viejo, inaugurada ayer en el céntrico paseo de Recoletos, por dos millones de pesetas.El actual poseedor de esta pequeña maravilla es Mariano Romo, uno de los 44 libreros presentes. Entre todos reúnen 500.000 volúmenes, que abarcan cualquier tipo de cosa. Desde el "arte para dejar de fumar y usar tabaco sin disgustar a las damas" a las novelotas rancias atiborradas de duques y criadas siempre huérfanas que devoraban nuestros bisabuelos en tiempos sin televisión.

El diario del capitán González, titulado sin más Recuerdos de Filipinas, aúna el preciosismo con el reportaje. Con una meticulosidad de relojero, el médico anota desde los mareos de la tripulación hasta las obras de teatro con las que le entretenían los nativos. Además de una buena capacidad de observación, González gozó de aptitudes para el dibujo: sus ilustraciones a tinta de lo que vio durante los siete años que residió en Filipinas adornan las páginas de los cuadernos.

A esta feria, además de coleccionistas y rastreadores de la bicoca libresca, acuden muchas personas en busca de su infancia. Es el caso de María Nieves Arco, de 57 años, que persigue, año tras año, cuentos de Antoñita la Fantástica y aventuras de Tarzán (hubo un tiempo en que Tarzán salía en los libros y no en el cine). Los años no han modificado las ediciones bien conservadas, ni las ganas de leerlos, de la señora, pero sí han multiplicado el precio: "Cuando tenía 11 años costaban 2 pesetas, y ahora 3.500", señala Arco.

Además de incunables valorados cada uno en un millón de pesetas, volúmenes de grabados o mapas, la feria ofrece también buena literatura encerrada en ediciones baratas o baratísimas. Tebeos de los del TBO, revistas de antes de la guerra... Y colecciones descatalogadas de Obras completas de tal o cual autor que, según una de las dependientas, "dan muy bien en el mueble".

Entre las joyas de las que algún heredero se desprendió hace años se encuentra 3.000 años de amor, recopilación de historias romanticonas de todas las épocas de la humanidad. El precio, no se sabe si con doble intención, es el de 3.000 pesetas. Cerca, uno localiza una novela de 1919 de título turbador: El maleficio de la U. Arranca con buen tono: "El magro y grave caballero descendió del tranvía en la calle Mayor... ".

"Localicé en una librería..."

Quien fue concejal socialista de Cultura y es bibliófilo empedernido, Enrique Moral Sandoval, encontró "hace ya varios años en una librería" un volumen de viajes francés que le interesó. Versaba el libro sobre las cartas que un tal "difunto La Dixmerie", especie de corresponsal de prensa del siglo XVIII, había mandado a una revista parisiense y que relataban 'los usos, costumbres y literatura" de la España de la época.Un amigo del tal La Dixmierie recogió los textos esparcidos en la revista y los reunió en un libro. Uno de los capítulos explicaba cómo trabajaba y cómo era el mayor impresor español de todo el siglo XVIII, Joaquín Ibarra. Y éste fue el capítulo que más le interesó a Moral, que, con más datos, elaboró un volumen sobre la personalidad y los trabajos del impresor.

Los organizadores de la VII Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, que tienen como costumbre imprimir todos los años un libro que sirva, a la vez, como homenaje y como emblema de la edición, pidieron a Moral el texto. Éste lo cedió gustoso. "Me ha hecho ilusión, sobre todo porque está editado con tipos de letra del siglo XVIII, a la manera de Ibarra". El volumen tiene una tirada de 2.000 ejemplares. Puede que dentro de 100 años algún bibliófilo lo persiga en alguna futura y galáctica feria.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Sobre la firma

Archivado En