Cartas al director

Inquietud y perplejidad

Con tanta inquietud como perplejidad, pues en mi opinión se aleja de la línea del periódico, leo en su editorial del día 17 de julio, referido a las confesiones, del señor Planchuelo, que "nada puede justificar, ni siquiera retrospectivamente, lo que fue mucho más que un delito, es decir, un grave error político". Se trata de una manifestación del viejo lugar común atribuido, si no me equivoco, a Talleyrand, quien, según se dice, comentó al conocer el asesinato del duque de Enghien por orden de Napoleón: "Es peor que un crimen, se, trata de un error".La frase encierra la conviccíón de que la a...

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Con tanta inquietud como perplejidad, pues en mi opinión se aleja de la línea del periódico, leo en su editorial del día 17 de julio, referido a las confesiones, del señor Planchuelo, que "nada puede justificar, ni siquiera retrospectivamente, lo que fue mucho más que un delito, es decir, un grave error político". Se trata de una manifestación del viejo lugar común atribuido, si no me equivoco, a Talleyrand, quien, según se dice, comentó al conocer el asesinato del duque de Enghien por orden de Napoleón: "Es peor que un crimen, se, trata de un error".La frase encierra la conviccíón de que la acción de los gobernantes debe estar guiada no por la ética, sino por la razón de Estado. Otros asesinatos, quizá el del mismo duque de Enghien si se hubiera producido de forma más discreta, habrían merecido la aprobación de Talleyrand. Una y otra vez los gobiernos, en nombre de la razón de Estado, han violado los derechos de los ciudadanos y han llevado a cabo acciones ilegales e inmorales -recordemos, por ser de actualidad, el caso de los seres humanos utilizados como cobayas en experimentos nucleares- Al obrar así, no sólo se han envilecido los gobernantes, sino que nos han envilecido a todos, pues nos han hecho creer que. la política, es decir, la gestión de los asuntos comunes, es algo sucio propio de personas con pocos escrúpulos.

Frente a esto, los ciudadanos debemos reclamar la primacía de la ética y ser más exigentes con la calidad moral de los políticos, pues, como señalara Václav Havel en 1991 al recibir el Premio Sonning: "La política es, simplemente, un trabajo que requiere hombres genuinamente puros, puesto que al desarrollarlo podemos ensuciarnos moralmente con especial facilidad".-

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