En el infierno de la multitud

En el minúsculo bar Capote,convertido en sala concierto, Víctor Coyote presentó su último trabajo, Lo bueno dentro. Coyote, desde 1985; año en que editó su primer disco, Mujer y sentimiento, ha ido creando un universo de mestizaje básicamente enraizado en las húmedas tierras del continente musical latino. En el pequeño escenario, mucho más tarde de lo esperado, Coyote y cuatro efectivos músicos más, repasaron sus canciones superando la complicación de un sonido diminuto como el recinto. La voz de Víctor Coyote en directo sabe sobreponerse ofreciendo su calidez musical para llegar...

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En el minúsculo bar Capote,convertido en sala concierto, Víctor Coyote presentó su último trabajo, Lo bueno dentro. Coyote, desde 1985; año en que editó su primer disco, Mujer y sentimiento, ha ido creando un universo de mestizaje básicamente enraizado en las húmedas tierras del continente musical latino. En el pequeño escenario, mucho más tarde de lo esperado, Coyote y cuatro efectivos músicos más, repasaron sus canciones superando la complicación de un sonido diminuto como el recinto. La voz de Víctor Coyote en directo sabe sobreponerse ofreciendo su calidez musical para llegar, a través de la frescura de unas letras abundantes en ripios, a la diversión. Es la exacta resultante de su cálculo artístico.

. Para el dúo Fangoria, formado por la incombustible Alaska y el inseparable Nacho Canut, la noche de su concierto en Morocco, donde presentaron al detalle su último trabajo, Un día cualquiera en Vulcano 3.0, resultó un éxito absoluto. Con más de 40 grados dentro de la sala y una humedad corporal del 100%, ni un alma abandonó aquel infierno, en el que los celestiales Fangoria chuparon las energías de los asistentes sin la menos piedad por ellos.

Un concierto de planteamiento perfecto: una espiral ingrávida de sonidos perfectamente manejada desde la mesa de operaciones de Nacho Canut y arrojada a la sala por una Alaska que, como Lola. Flores, que no cantaba ni bien ni mal, manipula los talentos invisibles con la seducción de lo indescifrable.

Comenzar con un sitar, precioso y perfecto; continuar en la revisión de las posibilidades que tiene la densidad. variable da su música y versionear en ella Quiero ser santa, recordando a la que es sin duda una de las mejores canciones de nuestra historia, sólo les llevó a un fin merecido: la consecución de la complicidad absoluta con el público.

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