LA SEMANA EN POP

Los diferentes sabores de batidora

Marc Parrot es un músico inquieto, empeñado en directo en la combinación de temas propios, que rezuman filosofía del desesperado momento presente, con auténticos signos del kistch más actual, valga el sinsentido.Impagable, verle interpretar a ritmo de punk el Soy minero, Y cómo es él, La morena de mi copla o el mismísimo Fruto prohibido, del siempre estéril Sandro Giaccobe.

En sus apariciones, Marc derrocha humor inteligente, elemento imprescindible para aquel espectador de conciertos que desee morir de asco en medio de la tarea.

Desde Marsella ...

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Marc Parrot es un músico inquieto, empeñado en directo en la combinación de temas propios, que rezuman filosofía del desesperado momento presente, con auténticos signos del kistch más actual, valga el sinsentido.Impagable, verle interpretar a ritmo de punk el Soy minero, Y cómo es él, La morena de mi copla o el mismísimo Fruto prohibido, del siempre estéril Sandro Giaccobe.

En sus apariciones, Marc derrocha humor inteligente, elemento imprescindible para aquel espectador de conciertos que desee morir de asco en medio de la tarea.

Desde Marsella nos llegó Barrio Chino, enésimo intento de nuestros vecinos por tomar los mandos de la batidora musical: pop, rumbita, aires argelinos, melodías netamente francesas, estilo portuario, batiburrillo lingüístico...

Sus canciones saben a mar abierto; auténtica mezcla de culturas; a la vida de todos los días en un barrio mediterráneo cualquiera. Tienen el elogiable encanto de la falta de pretensiones evidentes y su suave música empuja los corazones por la pendiente más leve, buscando un tipo de emoción sin sobresaltos. Un punto para su conjugación de voces masculinas y femeninas y otro para temas como Sabor a barrio.

Para confirmar su proximidad con los Estados Unidos, los mexicanos Guillotina podrían ser perfectamente vecinos de local de ensayo de Soundgarden, Mudhoney y compañía. Rock grunge en su vena ortodoxa e intención hiriente y enérgica. Mucho medio tiempo y un rasgado vocal del que emergen las dudas del tiempo presente.

Títulos como Seguimos haciéndonos daño o No se puede ceder dan una idea certera de por dónde van los tiros. Su gran aportación está en imbuir de la peculiar atmósfera del D. F. los ya decadentes sonidos de la factoría Seattle.

Son los parientes lejanos y algo tardíos de Kurt Cobain. Pero son jóvenes, así que vaya usted a saber qué animalada se les ocurre para el futuro.

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