Entrevista:

"Portugal y España deben vigilar la competitividad italiana"

Portugal, a diferencia de España, ha tenido un notable éxito en reducir la inflación y en salir de la reciente recesión menos alejada de los objetivos de Maastricht. El precio ha sido un crecimiento más moderado que, sin embargo, no ha impedido al país vecino mantener sus tasa de paro por debajo del 7%. Un panorama que quisiera España para sí pero que no le ha servido para evitar que su moneda siguiera a la peseta en tres de las cuatro devaluaciones que ha sufrido la peseta desde septiembre de 1992. Con todo, la mejor evolución de la economía portuguesa sí ha tenido un reflejo en su tip...

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Portugal, a diferencia de España, ha tenido un notable éxito en reducir la inflación y en salir de la reciente recesión menos alejada de los objetivos de Maastricht. El precio ha sido un crecimiento más moderado que, sin embargo, no ha impedido al país vecino mantener sus tasa de paro por debajo del 7%. Un panorama que quisiera España para sí pero que no le ha servido para evitar que su moneda siguiera a la peseta en tres de las cuatro devaluaciones que ha sufrido la peseta desde septiembre de 1992. Con todo, la mejor evolución de la economía portuguesa sí ha tenido un reflejo en su tipo de cambio, pues la peseta se ha depreciado casi un 15% con el escudo en los últimos años.Pregunta. ¿Qué efectos ha tenido la última devaluación del 3,5% del escudo que Portugal se vio obligado a aceptar por culpa de la peseta el pasado mes de marzo?

Respuesta. Portugal ha asimilado con éxito esta última devaluación. El Gobierno sigue manteniendo su política de estabilización del escudo que le ha permitido luchar contra la inflación sin poner en peligro su competitividad. El nuevo valor del escudo no ha afectado a dicha política. Es más, creemos que el tipo de cambio de nuestra divisa en este momento es el correcto. Para darle una idea de la competitividad de nuestra economía, las exportaciones aumentaron en 1994 un 17,2% en valor y 3% en volumen. Los ingresos por turismo crecieron cerca de un 9%, aunque también le diré que ahora, con la recuperación de la demanda interna, la importación vuelve a aumentar de forma preocupante. Los efectos de la devaluación en los precios se han asimilado muy bien. El mes pasado, la inflación en tasa interanual se situó en el 4,6%, la más baja de los últimos 20 años.

P. Al igual que España se ve a veces arrastrada en los mercados por Italia, cuyos desequilibrios presupuestarios son mucho mayores, ¿le perturba a Portugal el verse penalizada por lo que ocurre en su país vecino aunque su economía esté más saneada?

R. Aunque es cierto que Portugal se ha resistido todas las veces a aceptar una devaluación, los resultados no han sido negativos. Y es que, por otra parte, no nos quedaba más alternativa. Las dos economías, la española y la portuguesa, tienen una integración muy fuerte y cada vez mayor. El 20% de las importaciones portuguesas proceden de España, que es su primer suministrador. El 14,4% de los productos que exporta Portugal se dirigen a España. Era imposible, por tanto, no tener en cuenta lo que sucedía en su economía.

P. ¿Cree que son sostenibles las ventajas competitivas que dan las devaluaciones o que al final la subida de los precios que están sufriendo países como Italia, especialmente, o España, por el encarecimiento de las importaciones terminan por consumir parte de esta ventaja?

R. Precisamente en el caso de Italia estamos muy preocupados, al igual que debe estarlo España, debido a la fortísima depreciación de la lira. Sobre todo porque Italia es una economía con industrias que compiten directamente con España y Portugal. En nuestro caso, estamos notando, tanto en el mercado interno como en Europa, una fuerte competitividad en el sector del automóvil, el textil y las confecciones y el agroalimentario. Los exportadores portugueses están muy preocupados. Sin embargo, yo creo que estas devaluaciones exageradas terminan teniendo un efecto muy negativo en los precios domésticos que, a su vez, terminará notándose en la competitividad. En el caso de Portugal, la tasa efectiva de cambio

[que tiene en cuenta el valor de las monedas de todos los socios comerciales] prácticamente no se ha devaluado, no llega al 1%. Pese a que el descenso ha sido menor que en otros países europeos con los que competimos, nuestras exportaciones aumentaron una media anual del 11,2% en los últimos cinco años.

P. ¿Cúal es el secreto de Portugal para mantener una de las tasas de paro más bajas de Europa, un 7%, sin que su mercado laboral sea particularmente flexible?

R. Hemos tenido una óptima concertación social que nos ha permitido tener en la actualidad unos costes laborales que representan un tercio de la media comunitaria. Creo que la rigidez laboral no es tan grande como algunos críticos formulan, aunque hay que avanzar hacia una flexibilización mayor porque Portugal compite con otros países que tienen más flexibilidad. Los salarios subieron a una media 3,1% en los últimos ocho años. El mayor impedimento es la ley de despido, que es todavía muy rígida.

P. ¿Cree que los intereses de España y Portugal, que muchas veces coinciden, como en el reciente caso de la pesca, están bien defendidos por la Comisión Europea?

R. Cuando hay que negociar estas cuestiones con los países socios es siempre díficil obtener los objetivos que se pretenden en su totalidad. En las recientes negociaciones de pesca, Canadá y Marruecos, debíamos esperar mejores resultados, pero son negociaciones muy complejas. Creo que en relación a Marruecos, tenemos que ir más lejos para salvaguardar los intereses pesqueros de España y Portugal. Son los dos países comunitarios que más esfuerzos han hecho ante la UE para que se apoye al Magreb. Esto también debe ser ponderado por la otra parte. Por todo ello, tenemos que mantenemos muy firmes en las negociaciones.

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