Editorial:

Atraccion sovietica

LAS VOTACIONES del pasado fin de semana en Bielorrusia reflejan una tendencia preocupante a volver a prácticas y estilos de la antigua Unión Soviética. El rasgo común de esas consultas electorales ha sido confirmar o elegir a un presidente con tareas de jefe del poder ejecutivo, por un largo periodo y capacidad para gobernar al margen, o casi, de unas cámaras cuya operatividad se reduce. Con diferencias en la forma, éste era el sistema que funcionaba en la época soviética.Lo ocurrido en Bielorrusia responde a métodos aún más abiertamente autoritarios: el presidente Lukashenko, un antiguo...

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LAS VOTACIONES del pasado fin de semana en Bielorrusia reflejan una tendencia preocupante a volver a prácticas y estilos de la antigua Unión Soviética. El rasgo común de esas consultas electorales ha sido confirmar o elegir a un presidente con tareas de jefe del poder ejecutivo, por un largo periodo y capacidad para gobernar al margen, o casi, de unas cámaras cuya operatividad se reduce. Con diferencias en la forma, éste era el sistema que funcionaba en la época soviética.Lo ocurrido en Bielorrusia responde a métodos aún más abiertamente autoritarios: el presidente Lukashenko, un antiguo aparatchik elegido Come, presidente el año pasado, refuerza sus poderes de modo que podrá a partir de ahora disolver el Parlamento. Pero ¿qué parlamento? Lukashenko ha animado a los electores a boicotear las elecciones parlamentarias, y él mismo ha dado ejemplo diciendo que ningún candidato merecía su voto. El resultado es que en la primera vuelta, sólo 20 diputados han sido elegidos sobre un total de 260. Lo más probable es que en la segunda vuelta queden asimismo vacíos muchos escaños.

Al mismo tiempo, Lukashenko ha utilizado su popularidad para lanzar una serie de referendos cuyo objetivo es el retorno descarado a la era soviética. Mayorías considerables de la población le han dado su apoyo, lo que pone de relieve que, después de una ola superficial de nacionalismo bielorruso, lo que predomina ahora es un sentimiento eslavo que tiene como primer eslabón la unidad con Rusia. Los bielorrusos han votado la incorporación del ruso, al lado del bielorruso, como lengua oficial; la vuelta a los signos estatales de la era soviética, bandera y escudo, aunque con la exclusión de la hoz y el martillo, y el apoyo a la política económica encaminada a una unión lo más estrecha posible con Rusia.

Tal es la nueva situación política de Bielorrusia tras las últimas votaciones. El fin del comunismo no ha dado paso a una mejora económica ni a un acercamiento a las democracias occidentales. La situación social ha empeorado y la ayuda exterior ha resultado ilusoria. Se vuelve a poner todas las esperanzas en el Estado y Moscú para que las cosas mejoren.

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