Crítica:COUNTRY NEW AMERICAN MUSIC

Blancos, aunque sobradamente preparados

Eso de Nueva Música Americana no parece ser más que el último envoltorio diseñado con el fin de impulsar la exportación del folclor norteamericano, en su vertiente blanca y con un toque de modernidad. 0 sea, un intento de puesta al día por parte de viejos estilos -country, bluegrass, hill-billy...- con la intención proyectarlos en la multiminaria estela de Garth Brooks. Es como si aquí la rumba pasara a denominarse Nuevo Folclor Urbano-Flamenco. Cosas de la mercadotecnia.No obstante, aparte de la colonia de norteamericanos en Madrid, un buen número de nativos de aqu...

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Eso de Nueva Música Americana no parece ser más que el último envoltorio diseñado con el fin de impulsar la exportación del folclor norteamericano, en su vertiente blanca y con un toque de modernidad. 0 sea, un intento de puesta al día por parte de viejos estilos -country, bluegrass, hill-billy...- con la intención proyectarlos en la multiminaria estela de Garth Brooks. Es como si aquí la rumba pasara a denominarse Nuevo Folclor Urbano-Flamenco. Cosas de la mercadotecnia.No obstante, aparte de la colonia de norteamericanos en Madrid, un buen número de nativos de aquí, ataviados con el tradicional y simpático sombrero vaquero, se acercó a presenciar en vivo el desembarco de los americanos.

Emmylou Harris,Trisba Yearwood y Marty Stuart

Sala Aqualung. 3.200 pesetas. Madrid, 26 de abril.

Rompió el fuego Marty Stuart, un correcto compositor, cantante, guitarrista... En fin, un prodigio de pulcritud en todo, este chico de Missisipi que tuvo como maestro al gran Johnny Cash. Repertorio variado, look hiperhortera y sonrisa profiden son sus armas. Por contra, dio muestras de tener menos carisma personal que un zapato naútico y su versión de Don't be cruel nos pareció como para que se removieran, mosqueadas, las cenizas de Elvis.

Trisha Yearwood es otra cosa. A base de emoción vocal, un sonido leve y algo melancólico y unas baladas ciertamente hermosas, esta pelirroja mostró el lado menos estridente de la música sureña norteamericana. Se la reclama como heredera de Emmylou Harris y Linda Ronstadt y motivos no faltan. Sus interpretaciones de She's in love with the boy, su gran éxito, y Sleep while I drive, de Melissa Etheridge, la avalan como un valor sólido en este sentido.

Con un bote de laca entero puesto y algún que otro retoque, salió a escena la veterana Eimmylou Harris y la sala estalló en un castillo de fuegos artificiales, al estilo Nashville. La artista de Birmingham, Alabama, parece reclamar para ella, a mediados de esta década, el trono de Reina de la country music, gracias a una carrera influenciada por el principal responsable de la evolución de este estilo: Gram Parsons. Esta influencia del líder de los Flying Burrito, sumada a la guitarra de un genio, Albert Lee, nos permite ver ahora a una Eminylou madura, dueña del escenario y prodigiosa intérprete de clásicos como W`heels, Making believe, Til I gain control o el clásico de Paul Simon, The boxer. Con el contrapunto de los solos incendiarios de Lee y el respaldo de una poderosa banda, Emmylou cabalgó por praderas españolas con su música, sin que nadie entre el público se acordara del blues, el jazz, el soul, el funk... Era una noche de músicos blancos, aunque, eso sí, excelentemente preparados.

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