Crítica:CANCIÓN

Aute, animal y racional

Bicho raro y melancólico (cosecha del 43), Luis Eduardo Aute está fascinado con el embrujo de la imagen, pero se deja seducir por la palabra. Piensa, luego insiste. Es un fiera metafísicamente lascivo, lujuriosamente ascético, razonablemente irracional. El mes pasado publicó Animal (editorial El Europeo), donde mata tres pájaros de un tiro: dibuja boligrafías, escribe poemigas y canta (en el libro va incluido un compacto con 25 canciones inéditas). Transportar todo esto a un escenario es una osadía. Pero sólo de los osados es el reino de los cielos. Y Aute es un santo, un ...

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Bicho raro y melancólico (cosecha del 43), Luis Eduardo Aute está fascinado con el embrujo de la imagen, pero se deja seducir por la palabra. Piensa, luego insiste. Es un fiera metafísicamente lascivo, lujuriosamente ascético, razonablemente irracional. El mes pasado publicó Animal (editorial El Europeo), donde mata tres pájaros de un tiro: dibuja boligrafías, escribe poemigas y canta (en el libro va incluido un compacto con 25 canciones inéditas). Transportar todo esto a un escenario es una osadía. Pero sólo de los osados es el reino de los cielos. Y Aute es un santo, un punto filipino. Lo ha conseguido.Ha dado cuatro conciertos en el Albéniz (hoy termina) para presentar en directo su trabajo. Inicia así una gira de dos meses por toda España. El espectáculo tiene dos partes bien definidas: la primera está dedicada a su libro-disco; en la segunda interpreta sus canciones de siempre. El público del viernes era variopinto: al lado de autistas incondicionales, menudeaban personalidades como el juez Garzón o el popular. Ruiz Gallardón, sentado junto a Pedro J. Ramírez.

Animal

Luis Eduardo Aute (voz y guitarra), Alicia Alemán (guitarra, chelo, teclados, voces), Gonzalo Lasheras (guitarras y dirección musical).Teatro Albéniz, Madrid, 3 de marzo.

Al contrario de lo que se podría barruntar, la puesta en escena de Animal fue muy divertida, en el sentido más noble de la palabra. Algunas de las brevísimas canciones están impregnadas de belleza melódica, triples intenciones, estoica factura y humor sibilino. Aute también recita, y lo hace muy bien, sin pretenciosidad, como quien habla con unos amigos. Hubo poemigas que dejaron a más de uno con cara de póquer, a más de cuatro con risa sardónica. Por ejemplo: "Político es a policía/ lo que militar a militante;/ en última instancia/ especímenes de armas tomar".

El concierto fue un retablo barroco. Sobrevolaron diversos animales: Epicuro, Séneca, Voltaire, Robert L. Stevenson, Unamuno, Aldoux Huxley, Buñuel, René Claire, Gómez de la Serna, Leonard Cohen. También estaba de incógnito Erasmo de Rotterdam. Y hubo fantasmas capitaneados por Nosferaute.

El sonido y el montaje escénico fueron magníficos, lo mismo que los músicos Gonzalo Lasheras y Alicia Alemán. Sólo se detectó un lunar: algunos tiempos muertos, algunos desajustes en el ritmo del espectáculo. La mascota de la propuesta es un pez lascivo y montaraz que se desenvuelve por las pantallas como perro por su casa.

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