Paseó entre las palomas

Jesús Sagarberría, de 67 años, llevaba una vida tranquila y solitaria en Madrid. Sus días transcurrían apacibles entre paseos: por las mañanas atravesaba el barrio de Salamanca, en las calles aledañas a la clínica del Rosario. Las tardes las ocupaba en el Retiro, para dar de comer a las palomas y las ardillas, según contaba ayer, Antonio, un compañero del hotel Alcalá, donde trabajó 20 años. Sagarberría vivía solo, ya que era "introvertido".No hablaba de su tierra, el País Vasco. Y sin embargo, parece que nunca la olvidó del todo. Dos familiares recogerán hoy el cuerpo de Jesús en el Institut...

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Jesús Sagarberría, de 67 años, llevaba una vida tranquila y solitaria en Madrid. Sus días transcurrían apacibles entre paseos: por las mañanas atravesaba el barrio de Salamanca, en las calles aledañas a la clínica del Rosario. Las tardes las ocupaba en el Retiro, para dar de comer a las palomas y las ardillas, según contaba ayer, Antonio, un compañero del hotel Alcalá, donde trabajó 20 años. Sagarberría vivía solo, ya que era "introvertido".No hablaba de su tierra, el País Vasco. Y sin embargo, parece que nunca la olvidó del todo. Dos familiares recogerán hoy el cuerpo de Jesús en el Instituto Anatómico Forense. Quieren cumplir el último deseo del ex boxeador: que sus cenizas se pierdan, en las aguas de la Concha, la bahía que baña la ciudad donde vivió de niño, San Sebastián.

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