Crítica:

30 años en Madrid

Recitales de José Menese con Enrique de Melchor

Con Antonio Reyes (guitarra), Javier Muñoz (violonchelo), Faiquillo y Sebastián (palmas y baile). Teatro Albéniz. Madrid, 20 de enero.

Se creó gran expectación para oír a José Menese en tres recitales programados por el Albéniz para evocar la llegada, hace 30 años, del cantaor a Madrid, una ciudad que le ha dado siempre mucho calor y afecto. Menese planteó un recital muy serio, con diversidad de estilos que formaran como un compendio de lo que hasta hoy ha sido su carrera.Cantó incluso bulerías y fandangos, dos palos no habit...

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Recitales de José Menese con Enrique de Melchor

Con Antonio Reyes (guitarra), Javier Muñoz (violonchelo), Faiquillo y Sebastián (palmas y baile). Teatro Albéniz. Madrid, 20 de enero.

Se creó gran expectación para oír a José Menese en tres recitales programados por el Albéniz para evocar la llegada, hace 30 años, del cantaor a Madrid, una ciudad que le ha dado siempre mucho calor y afecto. Menese planteó un recital muy serio, con diversidad de estilos que formaran como un compendio de lo que hasta hoy ha sido su carrera.Cantó incluso bulerías y fandangos, dos palos no habituales en él. Pero José Menese es uno de los cantaores con repertorio más amplio en la actualidad, y hay géneros que si él no los mantuviera vivos estarían casi relegados al rincón del olvido. Esta noche, por ejemplo, la nana -con una interesante ilustración musical del chelo de Muñoz-, la farruca, los tangos de Málaga, los campanilleros, la petenera...

Grandeza

Hay muy pocos cantaores, hoy, capaces de un tan hermoso enciclopedismo. Y menos, aún, que puedan desarrollarlo con la grandeza y la dignidad con que lo hace él. José Menese salió un tanto tenso, evidentemente, pero a medida que el recital avanzaba se fue distendiendo y ganando en naturalidad y frescura. Y en grandeza. Aparecieron esos momentos terribles en que el cante de José Menese rompe moldes, y nos desarma y nos transmite lo que él está sintiendo. Las siguiriyas, la petenera, los cantes a palo seco, fueron algunos de estos momentos impagables, dolientes, transitados por la emoción, la jondura y el desconsuelo. Los campanilleros le salieron bordados, cuajados de inocencia y hermosura.

La guitarra de Enrique de Melchor sonó de maravilla. Se. dejó de florituras y le hizo un acompañamiento muy clásico, es decir, sobrio, ajustadísimo al cante, intenso, sentido. Pienso que quizás hubiera llevado mejor al cantaor con la guitarra algún tono más baja, pero al margen de esto su música fue de una belleza cautivadora.

Treinta años después de su llegada a Madrid, la conclusión de estos recitales es que Menese sigue siendo, obviamente, uno de los cantaores fundamentales de nuestro tiempo.

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