Aventureros y fascistas

El nuevo jefe del Gobierno italiano, Lamberto Dini, no ha nombrado ministros berlusconianos que hubieran impedido que su Gabinete fuera votado por la izquierda. Tampoco ha querido comprometerse con una fecha fija para la celebración de elecciones legislativas, y ha asegurado que el recién formado Gabinete no tendrá vida corta.La traición del nuevo primer ministro italiano se resume en estos datos, ofrecidos ayer por su antecesor y líder de Forza Italia, Silvio Berlusconi, como explicación de por qué primero indicó a su ex ministro del Tesoro como el hombre adecuado para dirigir una treg...

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El nuevo jefe del Gobierno italiano, Lamberto Dini, no ha nombrado ministros berlusconianos que hubieran impedido que su Gabinete fuera votado por la izquierda. Tampoco ha querido comprometerse con una fecha fija para la celebración de elecciones legislativas, y ha asegurado que el recién formado Gabinete no tendrá vida corta.La traición del nuevo primer ministro italiano se resume en estos datos, ofrecidos ayer por su antecesor y líder de Forza Italia, Silvio Berlusconi, como explicación de por qué primero indicó a su ex ministro del Tesoro como el hombre adecuado para dirigir una tregua, y pocos días después se ha opuesto a su investidura.

La debilidad de estos argumentos, que ni siquiera ponen en cuestión la neutralidad del Gabinete de Dini, viene a confirmar que, sea por venalidad, sea por una opción meditada, Berlusconi ha quedado abocado, con su, aliado Gianfranco Fini, el líder de Alianza Nacional, a una estrategia de asalto al poder que prevé impedir que alguien pueda gobernar y de esta forma atacar al presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, hasta obligarle a dimitir, si es posible, para desembocar en una convocatoria anticipada de elecciones.

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La prensa italiana no fue suave ayer con los mentores de esta iniciativa. Berlusconi venía frecuentemente siendo tratado como un aventurero de tendencias megalómanas. Fini -para el que el Gobierno Dini representa "un intento de anular la soberanía popular"-, fue calificado de fascista que desprecia los partidos, el Parlamento y la democracia. Nada0drá librarle ya de esa imagen.

Los italianos temen un enfrentamiento largo y duro, y recuerdan con aprensión la República de Weimar, donde una rápida sucesión de elecciones generales se saldó con el triunfo de Hitler en las urnas.

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