Duras críticas a un ministro británico por crueldad al exportar terneros

Tras una nueva noche caliente en el puerto de Shoreham (sur de Inglaterra) entre defensores de los derechos de los animales y la policía -que se saldó con ocho nuevas detenciones-, las críticas al ministro británico de Agricultura, William Waldegrave, arreciaron de nuevo ayer, esta vez desde las filas de su propio partido. El hecho de que Waldegrave posea una granja que exporta también terneros al continente, es considerado como un detalle inconveniente por algunos de sus compañeros. Andrew Bowden, parlamentario conservador y vicepresidente de la Liga contra la Crueldad en el Deporte, p...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Tras una nueva noche caliente en el puerto de Shoreham (sur de Inglaterra) entre defensores de los derechos de los animales y la policía -que se saldó con ocho nuevas detenciones-, las críticas al ministro británico de Agricultura, William Waldegrave, arreciaron de nuevo ayer, esta vez desde las filas de su propio partido. El hecho de que Waldegrave posea una granja que exporta también terneros al continente, es considerado como un detalle inconveniente por algunos de sus compañeros. Andrew Bowden, parlamentario conservador y vicepresidente de la Liga contra la Crueldad en el Deporte, pidió ayer al ministro que dimita si no es capaz de evitar que sus terneros terminen sus días en las monstruosas instalaciones de las granjas del continente.La prensa británica ha alternado estos días el relato de las acciones de protesta con datos puntuales de cómo los terneros de escasas semanas son colocados en estrechos cajones, sin apenas luz, en las granjas francesas y holandesas, antes de pasar, seis meses después, al matadero. La cría de terneros en estas condiciones de estabulación está prohibida en el Reino Unido desde hace cinco años. El País entero, paladín mundial -junto a EE UU- de los derechos de los animales parece haber despertado con horror al espectáculo de la crueldad que pueden encerrar algunos usos gastronómicos de Europa. Columnistas, políticos y sociólogos se preguntan qué hacer para introducir un poco de humanidad en la legislación europea y conseguir que los terneros no sufran tanto.

Entretanto, muchos británicos todavía no convertidos al vegetarianismo se plantean seríamente no volver a probar la ternera a la Rosemary.

Archivado En