Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay crean Mércosur

La unión aduanera del Mercosur (Brasil, Argentina Paraguay y Uruguay), aproximadamente 200 millones de personas y un PIB cercado a los 800.000 millones de dólares, arranca en Año Nuevo con mucha voluntad política, tantas posibilidades de futuro como obstáculos aún por salvar, y un gran desconocimiento en el mundo empresarial sobre las reglas de funcionamiento. La devaluación mexicana ha enrarecido el ambiente y, a las dificultades propias de un proyecto regional de esta envergadura, se suman reparos sobre la durabilidad del sistema cambiario. Aunque Argentina y Brasil, con sus monedas en parid...

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La unión aduanera del Mercosur (Brasil, Argentina Paraguay y Uruguay), aproximadamente 200 millones de personas y un PIB cercado a los 800.000 millones de dólares, arranca en Año Nuevo con mucha voluntad política, tantas posibilidades de futuro como obstáculos aún por salvar, y un gran desconocimiento en el mundo empresarial sobre las reglas de funcionamiento. La devaluación mexicana ha enrarecido el ambiente y, a las dificultades propias de un proyecto regional de esta envergadura, se suman reparos sobre la durabilidad del sistema cambiario. Aunque Argentina y Brasil, con sus monedas en paridad fija con el dólar, aseguran a los inversores que no devaluarán, la sombra de la duda preocupa a los capitales y ha restado bríos al banderazo de salida de este mercado común.Los promotores del Mercosur aseguran que las coyunturas, por adversas que sean, podrán frenar pero no impedir el avance de la consolidación del grupo, cuya unión aduanera, imperfecta, tendrá diferentes lecturas en algunos casos y obligará al arbitraje en otros. Entra en vigor el Arancel Externo Común (AEC), que sustituye al de los Estados miembros y afectará a una 8.500 mercancias, con una banda de oscilación de entre cero y un máximo del 20%. Cada socio dispone de una lista de excepciones que deben dejar de serlo en el año 2001 o, en telecomunicaciones e informática, cinco años más tarde.

Se cumple la primera etapa establecida en, el Tratado de Asunción de 1991, que concede a Uruguay, y Paraguay algunos plazos más cómodos para poder adaptar sus economías al nuevo marco y no resultar perjudicados por la mayor fuerza y competitividad de los dos principales socios. El comercio entre Argentina y Brasil, cuyo proceso de integración bilateral comenzó en 1985, pasó de los 1.000 millones de dólares ese año a los 6.500 millones en 1993, y alcanzará los 9.000 cuando se cierren las cuentas de 1994. El Mercosur registra un logro no conseguido por intentos de integración anteriores, pero queda mucho por negociar o resolver: algunos de los puntos suscritos lo fueron porque políticamente convenía concluir los trabajos, y se cerraron otros confiando en el buen criterio y sentido común de las aduanas durante la lectura de las nuevas ordenanzas, o en la voluntad e intereses de los empresarios protagonistas del intercambio y de las previsibles disputas.

El Arancel Común Externo y la coordinación de las políticas macroeconómicas, la siguiente meta, mucho más difícil, abren un futuro en principio prometedor. La Unión Europea propone negociar acuerdos y asociaciones con el Mercosur; Chile y Bolivia también lo desean y otras naciones del área se acercan a esta comunidad del sur interesadas en participar.

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