El distanciamiento de Cullell

Josep Maria Cullell se mantuvo, siempre que pudo, distanciado físicamente de la dirección de CDC, como si quisiera dejar clara su decisión de abandonar también sus cargos en el partido, a cuyo comité ejecutivo y secretariado permanente pertenece. El dimitido consejero de Política Territorial recibió el apoyo cariñoso de la militancia, que le aplaudió cuando apareció en público.Cullell, al contrario que otros dirigentes, no subió a Montserrat el sábado, sino ayer a primera hora. El dimisionario se encontró de cara con Miquel Roca frente al santuario, y ambos se fundieron en un abrazo ante la ex...

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Josep Maria Cullell se mantuvo, siempre que pudo, distanciado físicamente de la dirección de CDC, como si quisiera dejar clara su decisión de abandonar también sus cargos en el partido, a cuyo comité ejecutivo y secretariado permanente pertenece. El dimitido consejero de Política Territorial recibió el apoyo cariñoso de la militancia, que le aplaudió cuando apareció en público.Cullell, al contrario que otros dirigentes, no subió a Montserrat el sábado, sino ayer a primera hora. El dimisionario se encontró de cara con Miquel Roca frente al santuario, y ambos se fundieron en un abrazo ante la expectación de quienes estaban en la plaza.

Más tarde, durante la misa, Cullell permaneció de pie, acompañado de su esposa, Roser Vilaró, confundido entre la militancia y alejado de los asientos de primera fila reservados a la dirección del partido. Tampoco participó en la ofrenda que la cúpula convergente realizó a la Virgen de Montserrat, ni asistió a la reunión del consejo nacional de CDC celebrada a continuación.

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Prefirió dirigirse a un hotel, a la espera de acudir a la ceremonia de homenaje a los fundadores del partido, en la que no pudo evitar un momento de emoción. Cuando abandonó la basílica hacía rato que lo habían hecho Jordi Pujol y los demás dirigentes.

Cruzó la plaza ante la expectación de los militantes, que no se atrevían a abordarlo, hasta que otro fundador de CDC, Francesc Gordo, rompió el hielo: se dirigió hacia él y le abrazó. Una persona inició un aplauso, que arrastró a otros y se convirtió en una ovación. Cullell se negó a hacer declaraciones a la prensa.

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