LA SEMANA EN POP

Historias del Festimad

La capital se encuentra inmersa, en estas fechas prenavideñas, en un ambicioso proyecto musical y social. Una especie de locura reafirmatoria que le lleva a uno a darse pellizcos en las orejas para comprobar que tanta música en directo es posible. Nadie sabe muy bien qué es exactamente Festimad, pero Festimad lo es todo y a todas horas, en todos los estilos, para todos los públicos. ¿Supondrá esto el fin de las vacas flacas para la castigada ciudad? De momento, sólo hay que conseguir que los músicos puedan tocar en muchos y muy diferentes locales durante todo el año y tengan asegurado u...

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La capital se encuentra inmersa, en estas fechas prenavideñas, en un ambicioso proyecto musical y social. Una especie de locura reafirmatoria que le lleva a uno a darse pellizcos en las orejas para comprobar que tanta música en directo es posible. Nadie sabe muy bien qué es exactamente Festimad, pero Festimad lo es todo y a todas horas, en todos los estilos, para todos los públicos. ¿Supondrá esto el fin de las vacas flacas para la castigada ciudad? De momento, sólo hay que conseguir que los músicos puedan tocar en muchos y muy diferentes locales durante todo el año y tengan asegurado un sueldo mínimo; que el público, no sólo los amiguetes, llenen esos locales y los dueños hagan negocio; que no haya denuncias y, por consiguiente, la policía no tenga que aparecer, y... en fin, por soñar que no quede.Pero bajemos a la realidad de este Festimad. Kojón Prieto y los Huajolotes son impresionantes. Su directo es como una verbena en Tijuana con acento de Pamplona y alto consumo de tequila y zuritos. Son la ranchera como manifestación de una diversión rebelde y puente aéreo entre Tafalla y Chiapas. Son un ejército revolusionario de 15 personas sobre el escenario, encabezadas por una especie de Emiliano Zapata del ritmo: El Gavilán, que, por cierto, tampoco bebe. Tienen, en fin, la puesta en escena infalible para hacer vivir una noche inolvidable en la fiesta mayor de cualquier localidad española. Si con Los Huajolotes no se lo pasa uno bien, entonces es que no se es capaz de disfrutar con prácticamente nada.

Otros que tal bailan y hacen bailar son Les Negresses Vertes. Enamorados de la res hispánica, estos galos mezclan con estilo los sonidos del París más canalla con la rumbita gitana de aquí. Suenan golfos y callejeros. Se quedan a un palmo de la pachanga, pero apuran convenientemente el margen. En definitiva, encarnan a la perfección aquello del mestizaje musical. El asunto, como bien comentaba alguno de los asistentes, es por qué a Los Coyotes, que llevan haciendo lo mismo hace un montón de años, no se les ha prestado aún nunca tanta atención. ¿Será porque son de aquí?

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