La última carta

El pasado viernes, los dirigentes históricos del Frente Islámico de Salvación (FIS), Abassi Madani y Alí Belhadj, dirigieron su última carta a la presidencia de la República. Se trataba de un documento manuscrito, de tres folios de extensión, redactado en lengua árabe, en la que reivindicaban la "libertad total" para poder establecer de esta manera un diálogo con el resto de la cúpula de la formación islamista, buscar una solución consensuada para el país y hacer con posterioridad un llamamiento en favor de una tregua.La carta de los dirigentes del FIS, escrita desde su arresto domiciliario en...

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El pasado viernes, los dirigentes históricos del Frente Islámico de Salvación (FIS), Abassi Madani y Alí Belhadj, dirigieron su última carta a la presidencia de la República. Se trataba de un documento manuscrito, de tres folios de extensión, redactado en lengua árabe, en la que reivindicaban la "libertad total" para poder establecer de esta manera un diálogo con el resto de la cúpula de la formación islamista, buscar una solución consensuada para el país y hacer con posterioridad un llamamiento en favor de una tregua.La carta de los dirigentes del FIS, escrita desde su arresto domiciliario en un palacete del centro de Argel, nunca tuvo respuesta.

La excusa oficial a este silencio fue la existencia de un mensaje remitido por el número dos de la formación fundamentalista, el imam Alí Belhadj, al ejército islamista en el que se alimentaba y fomentaba la lucha armada.

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La carta habría sido escrita en situación de arresto domiciliario, mientras se trataba de sentar las bases de un diálogo con la presidencia de la república. El documento del imam Belhadj, según algunas fuentes, habría sido localizado en el bolsillo de un dirigente de los Grupos Islámicos Armados (GIA) abatido por las fuerzas de seguridad.

La única respuesta a la última carta del FIS fue un comunicado de la presidencia de la República, remitido a la prensa tres días más tarde, en el que se anunciaba una era de silencio y se daba por cerrado y fracasado el diálogo surgido dos meses y medio atrás con los islamistas.

Se optaba de esta manera desde el palacio de Muradia, sede de la presidencia de la República, por el recurso de la fuerza como única manera para acabar con el fenómeno integrista. El Ejército, a través del generalísmo Mohamed Lamari, se ha responsabilizado por primera vez y públicamente de esta lucha, que se dispone a desencadenar hasta sus últimas consecuencias, hasta el fin.

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