Cartas al director

Azaña y Batet

El profesor J. F. Fuentes me honra, en su artículo Vida, pasión y muerte del general Batet (EL PAÍS, 1 de octubre de 1994), con un elogioso comentario a mi biografía de aquel desdichado general, pero critica mi "insistencia de implicar a Azaña en la revuelta encabezada por Companys en octubre de l934". Lo que yo escribo, haciendo mías las palabras de Azaña en su apología Mi rebelión en Barcelona, es que cuando, el día 6 al mediodía, Lluhí i Vallescá (que fue el gran fautor de la insurrección) visitó a Azaña en el hotel Colón y le anunció la decisión, ya tomada, de proclamar el Es...

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El profesor J. F. Fuentes me honra, en su artículo Vida, pasión y muerte del general Batet (EL PAÍS, 1 de octubre de 1994), con un elogioso comentario a mi biografía de aquel desdichado general, pero critica mi "insistencia de implicar a Azaña en la revuelta encabezada por Companys en octubre de l934". Lo que yo escribo, haciendo mías las palabras de Azaña en su apología Mi rebelión en Barcelona, es que cuando, el día 6 al mediodía, Lluhí i Vallescá (que fue el gran fautor de la insurrección) visitó a Azaña en el hotel Colón y le anunció la decisión, ya tomada, de proclamar el Estado catalán dentro de la República Federal Española, Azaña "reaccionó vivamente en contra: no sólo él no había sido nunca federalista, sino que estaba convencido de que iban a un fracaso total" (Batet, página 191). Afirmo, sí, que en aquel momento había razones para pensar que estaba implicado: ante la exigencia de Gil Robles de que entraran en el Gobierno ministros de la CEDA, Azaña, igual que todos los políticos de izquierdas, "había declarado su ruptura con las instituciones republicanas, que él consideraba pervertidas" (ibid., página 244). Lerroux, presidente del Gobierno, había recibido confidencias, y las había comunicado a Batet, de que Azaña colaboraba en la insurrección de la Generalitat. ElPasa a la página siguiente

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hecho de hallarse en Barcelona y de quedarse escondido parecía corroborar tales sospechas. Por esto, Batet no podía, de momento, dejarlo en libertad. De ahí la enemiga de Azaña y de su cuñado, Rivas Chérif. "Lástima" digo (página 245), "de este resentimiento de Azaña hacia Batet, porque si había un general entonces en España que respondiera al ideal de la reforma militar del primero, era el segundo".

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Duda también el profesor Fuentes. de que Batet, de pillarle el 36 en Barcelona, lo hubiera pasado mal. Diré, simplemente, que, a pesar de saberse que se hallaba preso en Burgos por no haberse querido sublevar, su piso fue saqueado y su familia tuvo que huir a Francia, con la ayuda de Tarradellas.-

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