"Los guardias rusos vigilarán toda la CEI"

Los intereses nacionales de Rusia se afirman en las fronteras de la URSS. Por medio de una activa política de acuerdos bilaterales con los países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), Moscú trata de asegurar el control de antiguos confines soviéticos para impermeabilizarlos ante el contrabando, la emigración y los conflictos bélicos. Esta tarea implica a Rusia en casi todo el perímetro exterior de la CEI y, se realiza bajo la mirada vigilante del general coronel Andréi Nikoláiev, director del Servicio Federal de Fronteras y comandante en jefe de las Tropas de Fronteras de la Federac...

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Los intereses nacionales de Rusia se afirman en las fronteras de la URSS. Por medio de una activa política de acuerdos bilaterales con los países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), Moscú trata de asegurar el control de antiguos confines soviéticos para impermeabilizarlos ante el contrabando, la emigración y los conflictos bélicos. Esta tarea implica a Rusia en casi todo el perímetro exterior de la CEI y, se realiza bajo la mirada vigilante del general coronel Andréi Nikoláiev, director del Servicio Federal de Fronteras y comandante en jefe de las Tropas de Fronteras de la Federación Rusa (cuyos efectivos son unos 200.000 hombres), con quien EL PAÍS mantuvo una entrevista.Nikoláiev, de 45 años, procede del Estado Mayor del Ejército y es considerado como un valor en alza. En contraste con los modales cuartelarios de otros generales rusos, él se distingue por su imagen de hombre cultivado y su estilo intelectual. En su lujoso despacho de la plaza de la Lubianka, en la antigua sede del KGB, Nikoláiev desliza vertiginosamente un puntero por las líneas rojas de un mapa en relieve. Las fronteras de Rusia tiene una longitud de casi 61.000 kilómetros, unos mil menos que la URSS. ."Ésta es la frontera de la Federación Rusa y ésta es la frontera de nuestros intereses", dice, marcando el límite de la Unión Soviética sin, las tres repúblicas bálticas.

"Los Estados de -la CEI contemplan su territorio conjunto como un único espacio económico, político, étnico y espiritual. Los 12 millones de rusos que viven en las zonas orienta les de la CEI y los 15 millones que viven en las occidentales son parte de nuestros intereses, como lo es el algodón que las fábricas textiles de Rusia reciben de Asia Central. Si nos vemos como un espacio económico único, las fronteras externas deben asegurar la estabilidad, y las fronteras internas deben estar abiertas para asegurar la libertad de movimientos", señala el oficial. Los ciudadanos de la CEI pueden viajar sin visado de un país a otro, lo que no se aplica a los ciudadanos de terceros países.

En el Báltico, la tensión está en Estonia, un país que "fue el primero en emprender acciones unilaterales en el ámbito fronterizo" al aprobar leyes que, según el general, contradecían un acuerdo de 1991 con Rusia y los documentos de la CSCE. Nikoláiev acusa a los guardias fronterizos de Estonia de haber entrado ilegalmente en territorio ruso en más de diez ocasiones este año con el fin de comprobar los documentos de habitantes de la región de Pskov, que residen en la zona reivindicada por Tallin.

Nikoláiev ha regresado de Minsk, la capital de Bielorrusia, donde debatió sobre una mayor integración de las tropas fronterizas de Rusia y Bielorrusia. "Bielorrusia ve sus límites con Polonia y los Estados del Báltico como una frontera donde se aseguran también los intereses de Rusia, y Ucrania tiene la misma actitud. Aunque nuestras tropas no estén ahí, Ucrania y Bielorrusia vigilan sus fronteras con terceros países en interés propio y en el de Rusia, y nosotros les prestamos ayuda técnica y financiera y preparamos cuadros".

"En el Cáucaso, los guardias de fronteras de Rusia vigilan la frontera de Georgia con Turquía y la de Armenia con Turquía y con Irán, y, con el mismo enfoque que en el caso de Bielorrusia, Rusia se dispone a firmar un acuerdo de cooperación con Azerbaiyán para vigilar la frontera de este país con Turquía y con Irán. En Turkinenistán, en la frontera con Irán y Afganistán están los soldados fronterizos rusos, que con sus colegas turkmenos, se integran en el mando unido de la CEI".

La próxima cumbre de jefes de Estados de la CEI, que se celebra el 21 de octubre en Moscú, prevé una mayor integración fronteriza y militar entre los Estados miembros. Yeltsin firmará un acuerdo de vigilancia de fronteras con Uzbekistán, y otro con Kazajstán, señala Nikoláiev. Rusia, dice, espera llegar a un acuerdo próximamente sobre un tramo entre Moldavia y Rumania, el único donde Moscú no tiene todavía asegurada una presencia en las fronteras de la CEI.

¿Se marcharía Rusia de las fronteras de la CEI si los países vecinos pudieran garantizar la seguridad de éstas? "Creo que no nos marcharemos nunca", afirma Nikoláiev, que basa su rotunda afirmación en "los intereses nacionales" de Rusia y en la defensa de los 27 millones de rusos que viven dentro de la CEI y fuera de Rusia. "Otra cosa", señala, "es cuál será nuestra participación en la vigilancia de la frontera, y en el futuro participaremos con especialistas y con consejeros". Los documentos bilaterales que legitiman la presencia rusa "no siempre tienen plazo de expiración", y a veces, como en el caso de Georgia y en el de Turkmenistán, son por plazo indefinido.

Los problemas a los que se enfrenta el general son variopintos, desde los pescadores japoneses que invaden furtivamente las aguas territoriales en el Pacífico a la emigración ilegal de países asiáticos, pasando por el contrabando de narcóticos de Asia Central y de armas y metales con Estonia. La zona más sensible es la frontera de Tayikistán con Afganistán, donde los ataques armados causan regularmente bajas entre los subordinados de Nikoláiev.

Rusia no se plantea abandonar Tayikistán, porque el repliegue sería muy costoso. El precio de un nuevo kilómetro de frontera es de 1.500 millones de rublos (unos 600 millones de dólares), según Nikoláiev, y entre Kazajstán y Rusia hay 7.500 kilómetros. Los problemas, en caso de trazar una línea divisoria, serían enormes para los millones de rusos que viven en aquella república.

"Si abandonáramos Tayikistán, las consecuencias para Rusia, la CEI y Europa serían imprevisibles", dice Nikoláiev. Junto con el tráfico de narcóticos desde Afganistán, Pakistán y el norte de la India, el general considera "muy serio" el problema del fundamentalismo islámico, al que se oponen hoy los dirigentes de los Estados asiáticos de la CEI.

La frontera de Rusia con China, 4.154 kilómetros, está tranquila, y el general distingue la emigración ilegal que se filtra por ella de la política de Pekín. Hay dificultades para ponerse de acuerdo en varios distritos orientales y la diferencia de posiciones "en alguna medida frena la marcha de los trabajos de demarcación".

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