Entrevista:

"Me da miedo la institucionalización del flamenco"

Tras el espectacular éxito de su cortometraje Sevillanas, Carlos Saura se encuentra en Sevilla, asistiendo como espectador a su Bienal flamenca, y a la caza de nuevos valores para su próxima película, Flamenco.Pregunta. ¿De dónde proviene esa fascinación por el arte andaluz presente en la mayor parte de su obra?

Respuesta. Yo creo que viene de muy lejos, porque mis primeros pinitos fotográficos fueron dentro del mundo del flamenco. Había una mujer muy interesante que se llamaba Lolita Pedroso, una aristócrata española enloquecida por el flamenco, que estaba escribie...

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Tras el espectacular éxito de su cortometraje Sevillanas, Carlos Saura se encuentra en Sevilla, asistiendo como espectador a su Bienal flamenca, y a la caza de nuevos valores para su próxima película, Flamenco.Pregunta. ¿De dónde proviene esa fascinación por el arte andaluz presente en la mayor parte de su obra?

Respuesta. Yo creo que viene de muy lejos, porque mis primeros pinitos fotográficos fueron dentro del mundo del flamenco. Había una mujer muy interesante que se llamaba Lolita Pedroso, una aristócrata española enloquecida por el flamenco, que estaba escribiendo un libro que nunca llegó a publicar. Me llamó a mí para que hiciera las fotografias de su libro, empecé a frecuentar en Madrid los lugares donde se cantaba y bailaba, y hasta llegué a pensar que yo tenía una planta maravillosa para ser bailaor.

P. En la mayoría de sus películas predomina el baile, ¿es una cuestión de gusto personal, o técnica?

R.En el baile hay aquello que a mí me gusta tanto, que es el movimiento, el ritmo. Lo que sucede es que tampoco me gusta el baile en sí, solo; me gusta también arropado con otras cosas, y, naturalmente, arropado con el cante. Yo creo que se produce una simbiosis extraña, y si la bailaora y el cantaor son excepcionales, hay momentos sublimes. Claro, el cante es maravilloso, pero es otra cosa, es como para escucharlo con más atención, con más silencio.

P. ¿Piensa que aún está por hacer la gran obra cinematográfica del flamenco?

R. Es un tema complejo, y de los muchos caminos, hay que elegir uno. Porque ya se han hecho algunas películas de flamenco, y yo siempre echo en falta algo: no sé qué es, no lo puedo precisar, con todo el respeto que me merecen. Pienso que siempre hay grandes errores; casi siempre se empeñan en colocar a los artistas delante de la Giralda de Sevilla, el Patio de los Arrayanes de la Alhambra o el Tajo de Ronda. A mí eso me parece un insulto para los artistas y un error estético.

P. Su próxima película se llamará Flamenco a secas, ¿cuál es su concepto?

R. Le voy a hablar de un concepto que es un poco teórico, aunque no creo que varíe mucho. En primer lugar, hablemos de los artistas. Pienso que tienen que aparecer no sólo las grandes figuras, que todos sabemos quiénes son, sino nombres desconocidos: lo ideal sería el descubrimiento de nuevas y grandes estrellas del flamenco: de gente joven o de gente muy mayor de los que nadie se acuerda. El problema que vamos a tener es un problema selectivo. Mi idea es aprovechar la experiencia de Sevillanas, y encontrar un ritmo en la narración, desde el punto de vista de cámara, de escenario, con las luces, etcétera.

P. Haciendo de abogado del diablo, ¿no cree que está usted perpetuando la imagen tópica de España?

R. Sí, me parece muy bien, sí, lo acepto. Primero, porque el tópico resulta a veces ser una gran verdad, y segundo, porque el flamenco va mucho más allá del tópico. El flamenco es una cosa viva y es un milagro que esté vivo, cuando hay tantas influencias brutales de música anglosajona con la que nos bombardean por todas partes. Es un milagro que sobreviva, y es un milagro que empiece a tener como una especie de auge y de posibilidades nuevas, ya que es la única música de nuestro país que puede competir con poderío con otras músicas. Lo que me da miedo es la institucionalización del flamenco, eso me da terror.

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