El peso de la historia

Es innegable el tirón de la corrida goyesca. Será, seguro, el peso de la historia, de la tradición y, también, de la cursilería. Pero hoy, se lleva lo descafeinado, y Ronda -con expectación y lleno incluidos- no es una excepción. Primero, los trajes de los toreros, un burdo simulacro de los goyescos; siguen los toros, artistas inválidos; unos toreros irregulares, un presidente de verbena, mucho público y poca afición, y una descafeinada apoteosis con la vuelta al ruedo a un buen toro noble que no la merecía.La 38º edición de la corrida goyesca ha sido divertida en el sentido moderno del términ...

Es innegable el tirón de la corrida goyesca. Será, seguro, el peso de la historia, de la tradición y, también, de la cursilería. Pero hoy, se lleva lo descafeinado, y Ronda -con expectación y lleno incluidos- no es una excepción. Primero, los trajes de los toreros, un burdo simulacro de los goyescos; siguen los toros, artistas inválidos; unos toreros irregulares, un presidente de verbena, mucho público y poca afición, y una descafeinada apoteosis con la vuelta al ruedo a un buen toro noble que no la merecía.La 38º edición de la corrida goyesca ha sido divertida en el sentido moderno del término. Es decir, se han cortado orejas, los toreros salieron a hombros y a un toro se le dio la vuelta al ruedo, pero todo fue tan moderno que se añoraba el peso de la historia. Los toros artistas de Juan Pedro Dornecq eran gordos, muy blandos y bonachones. El último tuvo gran recorrido y fue el único que, de verdad, permitió el toreo. No fue, sin embargo, toro de vuelta por su mal comportamiento en varas y en banderillas. Los demás, una caricatura: de la bravura por sosos y descastados.

Joselito asentó las zapatillas en la arena rondeña y dibujé un toreo de calidad con el capote. Es torero seguro, serio y dominador de la lidia, aunque, a veces, su dominio no se traduzca en conjunción artística. Su primero era un toro mirón. que no le permitió excesivas confianzas. Perdió la muleta en tres ocasiones, aunque consiguió domeñar al animal por su lado más difícil, el derecho, y dibujé algunos naturales de frente. En el otro, muy parado, su actuación sólo fue voluntariosa hasta el momento cumbre de la estocada final.

Finito parece que quiere, pero no puede. O es que no puede. Tuvo dos toros para torear y prefirió tirar líneas. Abaniqueó muy bien, pero toreó siempre mal. Es un torero en retroceso. Barrera naufragó sin paliativos, en su primero, un toro rajado, ante el que se mostró sin ideas, y enseñó su personal toreo en el sexto. No consiguió un triunfo de clamor, pero toreó con la verticalidad y ligazón que le son propias. Abrió el festejo el rejoneador Manuel Vidrié con una actuación presidida por la inseguridad y la falta de condiciones.