Tribuna:

El Gatopardo

El pasado jueves llegué a casa y vi en el vídeo El Gatopardo, la excelente película de Visconti basada en la novela del mismo nombre de Giuseppe di Lampedusa. También saqué de mis estanterías el libro La conquista de México, de Hugh Thomas, que narra el derrumbamiento del imperio de Moctezuma como resultado de la ofensiva de los conquistadores de Cortés. Ambos libros son las lecturas que Felipe González ha hecho en las vacaciones de verano. El presidente sólo ha ojeado la biografía de Franco, de Paul Preston, aunque tiene opiniones encontradas sobre la misma.La novela de Lampedus...

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El pasado jueves llegué a casa y vi en el vídeo El Gatopardo, la excelente película de Visconti basada en la novela del mismo nombre de Giuseppe di Lampedusa. También saqué de mis estanterías el libro La conquista de México, de Hugh Thomas, que narra el derrumbamiento del imperio de Moctezuma como resultado de la ofensiva de los conquistadores de Cortés. Ambos libros son las lecturas que Felipe González ha hecho en las vacaciones de verano. El presidente sólo ha ojeado la biografía de Franco, de Paul Preston, aunque tiene opiniones encontradas sobre la misma.La novela de Lampedusa relata la historia del príncipe de Salina, que intenta mantener su forma de vida frente a la revolución garibaldina en imparable marcha. Aunque considera a la reciente burguesía como una amenaza, Salina es lo suficientemente astuto para arreglar la boda de su hijo con la hija del administrador de sus bienes y sus tierras. El príncipe logrará sus objetivos, demostrando, en célebre sentencia, que Ias cosas tienen que cambiar para que sigan siendo como son".

Aunque nunca conviene dejarse llevar por el análisis freudiano más barato, es casi imposible no entender que la frase de apenas una línea del príncipe de Salina es el mejor resumen posible de la entrevista con el presidente del Gobierno publicada ayer en EL PAÍS. "No es bueno echar mano de inventos para salir del paso... Creo que la situación empieza a ponerse mejor. En el terreno de la economía, las cifras empiezan a ser más positivas y hay un cambio de actitud psicológicamente muy favorable para la recuperación económica... Hay que intentar cambiar el modo de hacer política y también algunos de los contenidos de las políticas".

Con tan poco nuevo equipaje, enroscado más que nunca en sus posiciones habituales, con escasas dudas sobre su esquema, González se dispone a encabezar el gigantesco giro del voto electoral del pasado 12 de junio, que le fue claramente adverso. El presidente no coincide con el análisis hecho por la mayoría de los sociólogos de que en las elecciones europeas se produjo un vuelco ideológico en la sociedad española de izquierda a derecha, sino que se generalizó un voto accidental, de advertencia, de castigo al partido socialista: "En unas elecciones con una participación mayor, el resultado sería probablemente distinto. Además, las elecciones europeas se celebran en un momento especialmente dramático, porque no se percibe todavía con claridad la recuperación económica [algo análogo le pasó a George Bush y ganó Clinton] y, sobre todo, porque se estaba bajo el impacto de casos de corrupción extraordinariamente graves. Ha habido un enfado generalizado de los ciudadanos contra el partido que gobierna y contra el Gobierno. Eso puede cambiar".

¿Cómo puede cambiar? Y de nuevo, Lampedusa: "Con las políticas que decía antes: trabajando para la recuperación económica y la generación de empleo, y combatiendo la corrupción".

Lo más significativo de la entrevista, con todo, es la convicción -casi única- de González de que los socialistas pueden volver a ganar las elecciones generales, y hacerlo con un programa socialdemócrata. "Las políticas más convenientes para los intereses generales de nuestro país son las políticas socialdemócratas". Pero en este deseo, el presidente padece de contradicciones. En el tráfago del ajuste de la entrevista, lamentablemente quedó fuera una frase muy significativa: "Los presupuestos de 1995 no permiten el gran deseo de algunos: acompañar con la política presupuestaria la recuperación económica", y la inversión pública será uno de los elementos a sacrificar en el rigor. Es decir, el año que viene también queda fuera de la política económica el elemento central del keynesianismo.

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