En otro plano
¿Se equivocó José El Francés en el planteamiento de su concierto o fue una decisión consciente? El público, que una noche más llenaba el viejo patio, había ido no a escuchar flamenco duro y puro pero sí a disfrutar o a conocer a un joven intérprete cuyas referencias agradables nos lo sitúan, en la frontera del nuevo flamenco: es decir esa derivación libre del género tradicional, practicada por jóvenes y no tan jóvenes desde hace ya más de una década.Siete temas desarrolló este artista gitano, todos con sabor a musica pop de diversas influencias: brasileñas, caribeñas, o del vocal...
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¿Se equivocó José El Francés en el planteamiento de su concierto o fue una decisión consciente? El público, que una noche más llenaba el viejo patio, había ido no a escuchar flamenco duro y puro pero sí a disfrutar o a conocer a un joven intérprete cuyas referencias agradables nos lo sitúan, en la frontera del nuevo flamenco: es decir esa derivación libre del género tradicional, practicada por jóvenes y no tan jóvenes desde hace ya más de una década.Siete temas desarrolló este artista gitano, todos con sabor a musica pop de diversas influencias: brasileñas, caribeñas, o del vocalismo europeo, francés e italiano. Muy poco, salvo los espléndidos acordes de la guitarra eléctrica o acústica de David Amaya, recordaba el motivo de nuestra presencia.
Las noches del Conde Duque
José El Francés y grupo. Patio viejo del Conde Duque. Madrid, 3 de septiembre.
El ritmo, los melismas y el sentimiento flamenco que José Rodríguez, sin duda posee, brillaban por su ausencia. El resto del grupo a base de teclados, guitarra y bajo eléctrico, congas y batería, secundaban con profesionalidad las variaciones melódicas del líder que no quiso brindamos esos preciosos tanguillos o bulerías de su aún reciente primera grabación.
Terminaron la última rumba salsera, tras 45 minutos de actuación, se quedaron solos David y el cantante-cantaor, quien nos anunció que a partir de ahí iba a hacer flamenco, ¡ya podía haberlo avisado al principio! y cantaron de forma sui generis por fandangos, cartagenera y tangos, todo en la senda repetitiva de Camarón, aunque con cierto frescor, que no fue suficiente para forzar ningún tipo de bis.
Y eso que el auditorio estaba bien predispuesto ante José y su gente, pero fue un error establecer una separación brutal entre las dos partes del concierto; precisamente una de las virtudes del nuevo flamenco es su amplitud de límites que proporcionan mayor libertad de movimientos al artista. Lo que no vale es colocarse fuera de ellos.