Mitin de Curro Vázquez

La despedida colmenareña de Curro Vázquez no fue la soñada, sino más bien una pesadilla que se buscó él mismo y que rozó un escándalo mayúsculo, el cual disminuyó algo cuando pidió el sobrero para redimirse. Pero los hados no estaban de su parte y este sobrero del perdón, concedido por el presidente, Francisco González, antirreglamentariamente, era un morlaco de seis años que desarrolló el sentido propio de una edad tan avanzada.La broma del sobrero le habrá costado a Curro una buena parte de sus honorarios, y total para nada en lo artístico, porque el bicho resultó patibulario y supermanso. E...

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La despedida colmenareña de Curro Vázquez no fue la soñada, sino más bien una pesadilla que se buscó él mismo y que rozó un escándalo mayúsculo, el cual disminuyó algo cuando pidió el sobrero para redimirse. Pero los hados no estaban de su parte y este sobrero del perdón, concedido por el presidente, Francisco González, antirreglamentariamente, era un morlaco de seis años que desarrolló el sentido propio de una edad tan avanzada.La broma del sobrero le habrá costado a Curro una buena parte de sus honorarios, y total para nada en lo artístico, porque el bicho resultó patibulario y supermanso. Eso sí, al menos le permitió salir del coso sin un rasguño, cuando se barruntaba ya lanzamiento de todo tipo de objetos contra su persona, pues menudos son los colmenareños. Y más con quien se muestra apático e incapaz con su lote, dos pavos muy ofensivos en los que perdió los papeles.

Arauz / Vázquez, Camino, Caballero

Siete toros de Arauz de Robles (el 7º, un sobrero que regaló antirreglamentariamente Curro Vázquez), muy bien presentados, mansos, excepto 5º y 6º, manejables, y flojos. 1º y 7º, con peligro. Curro Vázquez: pitos; bronca; más palmas que pitos. Rafael Camino: palmas; dos orejas. Manuel Caballero: silencio; dos orejas. Camino y Caballero salieron a hombros. Plaza de Colmenar Viejo, 27 de agosto. 1ª de feria. Tres cuartos de entrada.

Ni un pase

Sobre todo con el cuarto, al que masacraron sus piconeros Manuel Cid y García Borrero. Cuando Curro, con la coló demudada, se fue a por él sin ni siquiera intentar un pase se armó la de Troya, y ya empezaron a tirarle casi de todo, a la vez que se acordaban a coro de su madre. Eso le descompuso aun mas, por dificil que pareciese, y arrojando los trastos al callejón se negó a matar al toro. Cuando iba a arder Troya, Colmenar y parte del extranjero, al rubio de Linares le convencieron entre su cuadrilla y su amigo Paco Alcalde para que le despenase al bicorne, lo que hizo bajo la ley de que tó es toro; es decir, pinchándole por cualquier parte de su voluminosa anatomía.Una anatomía similar a la del resto del encierro que ha abierto la puerta a la esperanza de una recuperación de Colmenar en su tradicionalisimo aspecto torista. Sobre esa magnífica presentación, con gran cuajo y seriedad, las defensas eran astifinas, lo que aumenta la valoración de las faenas de los coletudos. Camino, que sustituía a Jesulín, se mostró enrabietado como nunca, aunque nada pudo realizar a su primero, que se partió una pata. Con el otro mostró gusto, clase y empaque, pero también excesiva de pico y descargazón de la suerte. También Manuel Caballero apuntó síntomas de recuperación en labor similar a la de Camino, pero más ligada y que culminó, tras bellos e inspiradísimos adornos finales, con un soberbio estoconazo.

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