González viaja a Corfú pensando en la presidencia española de la UE

ENVIADO ESPECIAL Felipe González acude a la cumbre europea de Corfú con la vista puesta en el Consejo Europeo con el que concluirá, en diciembre de 1995, la presidencia española de la Unión Europea (UE). Aunque faltan aún 18 meses para que los jefes de Estado y de Gobierno de, probablemente, 16 países se reúnan en el nuevo Palacio de Congresos de Madrid bajo la batuta de González, en la isla griega del Adriático se deben decidir mañana y pasado algunas cuestiones que repercutirán sobre el desarrollo del semestre en que España estará al frente de la UE.

La semana pasada, en Cartagena de ...

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ENVIADO ESPECIAL Felipe González acude a la cumbre europea de Corfú con la vista puesta en el Consejo Europeo con el que concluirá, en diciembre de 1995, la presidencia española de la Unión Europea (UE). Aunque faltan aún 18 meses para que los jefes de Estado y de Gobierno de, probablemente, 16 países se reúnan en el nuevo Palacio de Congresos de Madrid bajo la batuta de González, en la isla griega del Adriático se deben decidir mañana y pasado algunas cuestiones que repercutirán sobre el desarrollo del semestre en que España estará al frente de la UE.

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La semana pasada, en Cartagena de Indias (Colombia), González aseguró que seguiría al frente del Ejecutivo durante la segunda presidencia española. González pretende que, ésta resulte tan lograda como la primera, aunque, reconocen algunos diplomáticos, "ni su prestigio ni su ilusión son tan grandes" como en 1989.Prueba de ello es que González solía ser la estrella de la conferencia de prensa con la que concluía, la víspera de cada cumbre, la reunión de los dirigentes del Partido de los Socialistas Europeos (PSE). En Edimburgo, por ejemplo, en diciembre de 1992, casi sólo hubo preguntas para él, pero esta vez ni siquiera estará presente en tal reunión. Tampoco asistirá a la conferencia de prensa del PSE: sólo tiene acudir hoy al almuerzo de clausura.

El pasado día 7, en Schwerin (Alemania), González ya logró que el canciller alemán, Helmut Kohl, anunciase que Bonn, París y Madrid las tres capitales que dirigirán la UE durante los próximos 18 meses- iban a coordinar sus presidencias. Borré así la impresión de una colaboración exclusivamente franco-alemana, que marginaba a España, que el propio canciller y el presidente francés, François Mitterrand, habían dado días antes en su cumbre de Mulhouse.

En Corfú, González va a intentar rematar la labor, va a luchar para que la que será, probablemente, su última presidencia de la UE esté llena de contenido. El Consejo Europeo creará un grupo de reflexión, que empezará a trabajar a mediados del año próximo, para preparar la conferencia intergubernamental que en 1996 reformará al Tratado de Maastricht. La presidencia griega no especifica en su texto quién la presidirá; González hará todo lo posible para que sea un español.

El jefe del Gobierno se esforzará, además, por que sus homólogos encarguen a la Comisión Europea sendos informes sobre cómo estrechar lazos con México y Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay) -la diplomacia española ha enmendado las propuestas griegas- y confía en que proponga negociar acuerdos de libre comercio. El primero sería firmado bajo la presidencia francesa, pero el segundo, espera González, se podría concluir durante el semestre español.´

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Apoyo a Lubbers

Sobre los demás temas a tratar en esta cumbre de Corfú, la delegación española no tiene un perfil muy definido y a veces se expresa confusamente. Hace cinco meses, González fue, por ejemplo, el primer líder europeo que se pronunció a favor del holandés Ruud Lubbers como sucesor de Jacques Delors al frente de la Comisión.

Justo antes de la cumbre González-Kohl, los colaboradores del presidente español rectificaron y dieron a entender que aceptaría cualquier candidato de consenso, incluido el belga Jean-Luc Dehaene, propuesto por el canciller alemán. Ahora, cuando no se vislumbra un acuerdo sobre el sucesor de Delors, proclaman de nuevo su fidelidad a un Lubbers que goza de las simpatías del Reino Unido y Portugal.

El empeño griego de que la cumbre acuerde iniciar, a principios de 1995, las negociaciones de adhesión de Chipre y Malta provoca también reacciones divergentes en La Moncloa y en Exteriores. Mientras los primeros reiteran su lealtad al compromiso comunitario de no discutir de nuevas incorporaciones antes de que concluya la conferencia intergubernamental, los segundos alegan que el interés de España es ampliar pronto hacia el Sur, aunque sea con microestados. Así lo puso de manifiesto el ministro Javier Solana cuando el día 8 recibió a su homólogo griego, Teodoro Pangalos.

A veces, la posición española se caracteriza por el silencio. La iniciativa, patrocinada por Kohl y Mitterrand, tendente a aprobar en Corfú créditos y subvenciones a fondo perdido para cerrar la central nuclear ucrania de Chernóbil y terminar la construcción de otras tres más seguras no fue ni siquiera mencionada en la presentación que hacen a la prensa los colaboradores de González en la víspera de las cumbres. Se trataba, acaso, de evitar poner de relieve que un país como España, con moratoria nuclear, va a financiar centrales nucleares en Ucrania.

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