Crítica:CLÁSICA

La perfección palpitante

Con el recital de Christian Zacharias, el Festival Mozart de Madrid alcanzó una de sus cimas más altas. Se trata de un pianista de fabulosa técnica, superexigente musicalidad y profunda formación, al que podría aplicarse por entero la idea del pedagogo italiano Guido Agosti cuando dice: "Hoy el instinto no es suficiente y resulta inimaginable un músico sin cultura".Todo lo tiene Zacharlas: una imaginación increíble para crear sonido hasta hacer suyo el instrumento que toca; un control de ataques que le permite la más amplia gama dinámica; una expresividad cantable que se libera de la tiranía r...

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Con el recital de Christian Zacharias, el Festival Mozart de Madrid alcanzó una de sus cimas más altas. Se trata de un pianista de fabulosa técnica, superexigente musicalidad y profunda formación, al que podría aplicarse por entero la idea del pedagogo italiano Guido Agosti cuando dice: "Hoy el instinto no es suficiente y resulta inimaginable un músico sin cultura".Todo lo tiene Zacharlas: una imaginación increíble para crear sonido hasta hacer suyo el instrumento que toca; un control de ataques que le permite la más amplia gama dinámica; una expresividad cantable que se libera de la tiranía rítmica sin dañarla y un repertorio de rubatos que aplica con exactitud a Mozart o a Schumann, los dos autores seleccionados en su programa.

VII Festival Mozart de Madrid

Christian Zacharias, pianista. Obras de Mozart y Schumann. Auditorio Nacional. Madrid, 21 de junio.

Mozart en la Fantasía en re (K 397) y en la Sonata en do menor K 457), aparece sorprendentemente prebethoveniano. Entre ambas obras, incluyó el pianista el maravilloso Rondó en re mayor (K 485), con lo que el conjunto adquirió bella coherencia, lógica y contraste. En cuanto a la sonata, a la que Hans Dennerlein denominó Patética, nos descubre los mundos interiores del compositor, más conflictivos de lo que tantas veces se supone. Zacharias descubre más que interpreta, ya que este término parece subrayar la visión personal antes que la fidelidad inquisitiva a lo escrito por los autores.

No son menos apasionantes las dos medidas de Schumann: la íntima y poética de las Escenas de niños y la dramática de Kreisleriana, verdadera investigación en el mundo fantástico y musical de Hoffmann. Dedicada a Chopin, pero obediente a la sugestión de Clara Schumann, Kreisleriana es un prodigio de humildad y diversidad resuelto a través de formas largamente renovadoras. Así lo transmitió Christian Zacharias, con su arte, su poderío, su inteligencia y su pálpito fuera de serie. Como única propina regaló uno de sus milagrosos Scarlatti hoy por hoy sin competencia posible.

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