Reportaje:FELIPE GONZÁLEZJOSÉ MARÍA AZNARBALTASAR GARZON

Ante el espejo del psiquiatra

Piero Rocchini, el psicoanalista del Parlamento italiano, traza para EL PAÍS unos retratos de políticos españoles e italianos de primera fila

Él lo sabe todo de las obsesiones del poder. No en balde ha sido el psicoanalista del parlamento italiano durante nueve años. Autor de La neurosis del poder, Piero Rocchini, especialista en psituiatría clínica e investigador de los problemas de la psicología política, ha aceptado retratar para EL PAÍS a una serie de políticos italianos y españoles. Antes ha querido subrayar dos cosas: que sus retratos son pura y exclusivamente de análisis psicológico y que conoce mejor a los personajes italianos que a los españoles.Para Rochini, éstos retratos no han sido un juego. Le costó aceptar el r...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Él lo sabe todo de las obsesiones del poder. No en balde ha sido el psicoanalista del parlamento italiano durante nueve años. Autor de La neurosis del poder, Piero Rocchini, especialista en psituiatría clínica e investigador de los problemas de la psicología política, ha aceptado retratar para EL PAÍS a una serie de políticos italianos y españoles. Antes ha querido subrayar dos cosas: que sus retratos son pura y exclusivamente de análisis psicológico y que conoce mejor a los personajes italianos que a los españoles.Para Rochini, éstos retratos no han sido un juego. Le costó aceptar el reto. En algunos casos estuvo un buen rato en silencio antes de gravar su respuesta, consciente de que entraba en un terreno resbaladizo. Se resistió más ante los tres personajes españoles que ante los italianos, y aprobó los textos definitivos. Preguntado sobre qué otras profesiones, además de los políticos, son propicias para el síndrome del narcisismo omnipotente, respondió: "La suya y la mía", porque psiquiatras y periodistas vivimos también de la opinión que los otros tienen de nosotros.

La fascinación del poder

El síndrome del indispensable

Creo que se le puede adjudicar el síndrome del narcisista que tiende a considerarse indispensable Pero el peligro de esta tipología psicológica es que, en la medida misma en que alguien se siente indispensable, las reglas morales que existen para los demás no deben existir necesariamente para ellos. Es como si pensara: "Si los otros no pueden prescindir de mí porque yo soy lo máximo que pueden lograr, tengo entonces el derecho de utilizar todos los medios a mi alcance, incluso de tipo manipulador, como prometer una cosa y realizar después otra distinta, para mantener mi posición central". En esta tipología aparece la llamada doble moral, es decir, que para los políticos de estas características de corte narcisista existe una doble regla, una para el mundo exterior y otra para ellos. Si yo razonase con la lógica psicológica de un personaje que poseyese el síndrome de Felipe, podría decir: "Conieto un pecado sólo si pierdo". Y eso podría explicar sus vivas reacciones cuando Aznar le pidió que dimitiera a raíz de haberse desvelado los escándalos de corrupción. Es como si Felipe pensara: "Yo sería culpable sólo si pierdo el poder, pero mientras no lo pierda no tenéis derecho a molestarme, porque quienes me consideran y reconocen como insustituible me permiten actuar así. Si no, no me votarían".

El modelo inalcanzable

Sin que nadie se ofenda, me atrevería a decir que, como síndrome psicológico, Garzón se parece más a Craxi que al juez Falcone. La tipología de Falcone era la de quien, incluso ante un desconocido, daba la impresión de que él era el que menos contaba. Garzón, al revés, me dio la imagen, cuando le vi la última vez en El Escorial, del general que pasa revista a sus tropas. Aparecía evidente su fuerte motivación, casi agresiva, hacia el poder. Esto explica también la respuesta distinta del Di Pietro italiano y el Di Pietro español. El italiano, cuando Berlusconi le ofreció ser ministro, dijo que no, porque aceptarlo hubiese podido crear confusión de papeles. Y puso un ejemplo: "Sí hoy actúo de juez, y mañana soy ministro, y pasado mañana vuelvo a ejercer otra vez como juez, ¿qué, confianza podría tenerla gente en mí?".Yo creo que estas dudas no entran en la psicología de Garzón. Pienso más bien que aceptó rápidamente participar del poder en el momento en que le fascinó la potencia de Felipe. Y que con la misma rapidez ha puesto pie en polvorosa en cuanto que empezó a descubrir que el poder de González y su omnipotencia empezaban a resquebrajarse.

Archivado En