CORDOBA

Ciega pasión

La pasión es ciega. Sobre todo, cuando el torero es el hijo, el sobrino o el hermano de los espectadores. En Córdoba, Finito torea en familia, y la familia lo adora. Tanto, que se emociona sólo con verlo, cierra los ojos y sueña con el triunfo. A veces, sin embargo, la realidad es tozuda y no refleja los buenos deseos.A pesar de la pasión, Finito no obtuvo trofeos, porque mató mal a su último toro, aunque su familia estaba dispuesta a darle el animal entero. Pero hubiera sido injusto. Finito tuvo la mala suerte de que le tocara un toro encastado, de extraordinaria movilidad, que lo desbordó y ...

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La pasión es ciega. Sobre todo, cuando el torero es el hijo, el sobrino o el hermano de los espectadores. En Córdoba, Finito torea en familia, y la familia lo adora. Tanto, que se emociona sólo con verlo, cierra los ojos y sueña con el triunfo. A veces, sin embargo, la realidad es tozuda y no refleja los buenos deseos.A pesar de la pasión, Finito no obtuvo trofeos, porque mató mal a su último toro, aunque su familia estaba dispuesta a darle el animal entero. Pero hubiera sido injusto. Finito tuvo la mala suerte de que le tocara un toro encastado, de extraordinaria movilidad, que lo desbordó y lo desmadejó a pesar de la euforia general. En ningún momento, consiguió hacerse con la embestida de un animal que perseguía con ardor la muleta, y pedía a gritos un torero con capacidad para templar y mandar. Finito únicamente acompañó las acometidas, y sólo al final, con el animal cansado de embestir, consiguió unos estimables derechazos.

Dormecq / Ojeda, Espartaco,

FinitoToros de Juan Pedro Dormecq, bien presentados, mansos, blandos y nobles. Paco Ojeda: dos pinchazos y media (ovación); un pinchazo -aviso y media (ovación). Espartaco: dos pinchazos y descabello (ovación); estocada baja (oreja). Finito de Córdoba: dos pinchazos (ovación); pinchazo, media y tres descabellos (ovación). Plaza de Córdoba, 27 de mayo. 41 corrida de feria. Lleno.

Su familia, amorosamente ciega, creía haber presenciado el milagro del arte, pero Finito sólo lo había apuntado en unas verónicas. Tampoco convenció en su primero, muy blando, al que toreó con rapidez y sin confianza.

El toreo de verdad lo ejecutó Espartaco en el quinto, y la afición cordobesa se lo reconoció al instante. Le reconoció la ilusión por el triunfo, su maestría ante un toro loco por irse, al que le ligó muletazos templados y largos por ambas manos. Su primero fue un inválido al que no lo picaron y ante el que se mostró técnico y seguro, como está siempre ante este tipo de toros.

Paco Ojeda se llevó un susto de muerte. Cuando muleteaba a su primero, el toro lo volteó espectacularmente y, por los gestos de dolor del torero, parecía que había recibido una cornada en el vientre. Afortunadamente, todo quedó en fuerte golpe. Ojeda lo intentó en ambos toros, pero evidenció su baja forma y su desconfianza. Estuvo a merced de su primero y aburrió solemnemente en el cuarto.

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