Antifascistas y 'canallescos'

Entre los 1.324 votantes convocados ayer a la Asamblea Federal para elegir nuevo presidente en el edificio del Reichstag en Berlín se podían palpar en dos personas las dos Alemanias: la antifascista, que hizo todo lo posible por impedir la llegada del nazismo al poder, y la canallesca, que se sumó hasta el último minuto a los crimenes del nazismo.La cifra de 1.324 votantes de la Asamblea Federal que ayer eligieron presidente se alcanza con los 662 diputados del Bundestag (Cámara baja del Parlamento) y otros 662 designados de forma proporcional por los Parlamentos de los 16 Estados feder...

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Entre los 1.324 votantes convocados ayer a la Asamblea Federal para elegir nuevo presidente en el edificio del Reichstag en Berlín se podían palpar en dos personas las dos Alemanias: la antifascista, que hizo todo lo posible por impedir la llegada del nazismo al poder, y la canallesca, que se sumó hasta el último minuto a los crimenes del nazismo.La cifra de 1.324 votantes de la Asamblea Federal que ayer eligieron presidente se alcanza con los 662 diputados del Bundestag (Cámara baja del Parlamento) y otros 662 designados de forma proporcional por los Parlamentos de los 16 Estados federados de la Alemania unificada. Este segundo grupo no tiene que estar formado por diputados, y los partidos eligen a miembros destacados como premio y honor.

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Dos ancianos electores por Baviera y Baden-Würtemberg representaban ayer las dos caras de Alemania: el Socialdemócrata bávaro Josef Felder, próximo a los 94 años, y el democristiano Hans Filbinger.

Felder, con casi 75 años de militancia en el SPD, asistió a la sesión del Reichstag del 23 de marzo de 1933 que concedió plenos poderes a Adolf Hitler, pero fue de los 94 que votaron en contra. Felder tuvo que emigrar y acabó en el campo de concentración de Dachau.

Al lado de este anciano ejemplar votó ayer Hans Filbinger, ex presidente de Baden-Würtemberg, cargo que tuvo que dejar cuando se descubrió su participación en consejos de guerra que ejecutaron a marinos en la semana anterior a la capitulación alemana. Filbinger, juez de la Marina hitleriana, intervino en la ejecución de un marino desertor, levantó el acta del fusilamiento y firmó de su puño y letra que el ejecutado dejó de respirar. Cuando todo salió a la luz aseguró que no se acordaba del caso.

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