Calvo Serraller dice que el reglamento del Prado permite su uso comercial

Los grandes museos alquilan espacios fuera de exposición, pero no sus obras

Francisco Calvo Serraller, director del Museo del Prado, reaccionó ayer a las denuncias realizadas contra él por los diarios Abc y El Mundo conjuntamente. La acusación de que Calvo había cometido trato de favor al alquilar algunas salas de la pinacoteca para un reportaje de la revista Nuevo Estilo, en la que su mujer, Cristina Rodríguez Salmones, es consejera editorial, fue tajantemente negada ayer por el director del museo.

Francisco Calvo Serraller aseguró que el reglamento interno del Prado permite este uso y facilitó una relación de reportajes similares realizados en él. "El único o...

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Francisco Calvo Serraller, director del Museo del Prado, reaccionó ayer a las denuncias realizadas contra él por los diarios Abc y El Mundo conjuntamente. La acusación de que Calvo había cometido trato de favor al alquilar algunas salas de la pinacoteca para un reportaje de la revista Nuevo Estilo, en la que su mujer, Cristina Rodríguez Salmones, es consejera editorial, fue tajantemente negada ayer por el director del museo.

Francisco Calvo Serraller aseguró que el reglamento interno del Prado permite este uso y facilitó una relación de reportajes similares realizados en él. "El único obstáculo que puedo poner es que el tema del reportaje se contradiga con el entorno. En el caso concreto del diseño de sillas no consideré que fuera de mal gusto y se aplicó la tarifa reglamentaria: 75.900 pesetas. Mi mujer es una empleada de esa empresa y todas las gestiones. las hizo la directora de la publicación". El subsecretario del Ministerio de Cultura, Enrique Linde, aseguró a este periódico que el uso del reglamento del Prado es una competencia exclusiva de su director, sobre el que Ministerio no tiene nada que decir.Las normas para cada museo son diferentes. En las salas de la Fundación Thyssen no se permite la entrada de cámaras para fines publicitarios. Sólo se autorizan recorridos privados que concluyen con una copa para los visitantes a cambio de una cantidad en torno a un millón de pesetas. El Reina Sofía asegura que no permite tampoco este tipo de actividades, aunque en algunas ocasiones las ha realizado. En París y Londres, los grandes museos admiten el uso de áreas ajenas a las exposiciones para actividades comerciales y fiestas privadas. Una fiesta bajo la pirámide del Louvre cuesta unos 10 millones de pesetas, pero, no se puesde usar la imagen de la Gioconda.

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